Cada vez que llega a su ciudad, tiene una rutina. Esta vez no es la excepción. Se dirige a una esquina céntrica donde hasta hace muy poco había una cervecería, allí hoy hay un restaurant. Se percata que hay muchos comercios gastronómicos nuevos en la zona, entre ellos cafeterías que una vez adentro, uno no distingue en que ciudad está. Son todas iguales.
Baja del auto, siente ese frío penetrante que había olvidado. Parece que será uno de los fríos más intensos de los últimos sesenta años y eso en esta ciudad es mucho decir, ya que suele ser una de las más frías del país.
Se dirige a la mesa del fondo, una que tiene un sillón. Se sienta, deja la mochila y se acomoda a esperar a que lo atiendan. Llega el mozo, le pide unos raviolones rellenos de tofu con tomates confitados.
-¿Sos de acá? – pregunta el mesero;
-Sí, aunque ya no vivo en esta ciudad - responde un poco confundido y le pregunta - ¿por qué? -
-Porque nadie pide eso - le responde.
Intercambian una sonrisa y el mozo se va a preparar el pedido.
Saca de la mochila un libro y se dispone a leer, pero no se puede concentrar y entonces piensa en lo que pasó durante el viaje de ida.
Salió en auto de la ciudad donde vive a las 11:00 hs., bastante más tarde de lo que pretendía hacerlo. Viajó tranquilo escuchando un podcast que analizaba los primeros tres discos solistas de la carrera de Charly García. Había pasado alrededor de una hora y media de viaje cuando ve a una persona haciendo dedo. Pone las balizas, baja la velocidad, baja a la banquina y baja el vidrio. Es una mujer esperando al costado de la ruta. Ella se acerca.
-¿Dónde vas? – le pregunta;
-A Margarita – contesta ella;
-Yo también, subite que vamos – le contesta él;
-Genial, gracias. -
Ella se sube con dos bolsas de tela que deja en el asiento de atrás, el olor a marihuana aromatiza el interior del automóvil, viene de un pueblo cerca y va al mismo lugar que él.
-¿Para qué zona vas? - le consulta;
-Para el barrio Lirio. Pensaba salir ayer, pero se me hicieron las cinco de la tarde, no sabía si me iban a poder dejar en Margarita y se iba a hacer de noche. - En invierno oscurece temprano.
Siguen viaje, se detienen en una estación de servicio que tiene una carnicería. Él se baja al baño, pero lo están limpiando. Vuelve al auto, retoman la ruta.
Avista a lo lejos a tres personas vestidas de rosa haciendo dedo. Pone balizas, baja la velocidad, baja a la banquina, y baja el vidrio. Ellos se acercan.
-¿Dónde van? - le pregunta;
-A Margarita – contestan;
-Yo también, suban que vamos. -
-Genial. Gracias. -
Eran un hombre y dos mujeres, todos uniformados. Un uniforme de color rosa con detalles en azul, parecido al de Ringo Starr en Sgt. Pepper’s.
-Vos no me conocés ¿no? – le pregunta uno de los uniformados a la chica que se había subido unos minutos antes.
-Aaaah sí, vos sos Arcadio– le responde.
-Qué andás haciendo por acá – le dice el uniformado -
-Lo vine a visitar al Aureliano – contesta ella. - Hace mucho no lo veía, y ahora tenía cita para verlo. -
-¿Ah sí? ¿Está ahí ahora? – pregunta el Ringo Starr del servicio penitenciario
El conductor observa que todos los pasajeros asienten, todos entienden de qué están hablando menos él.
-Sí, si Dios quiere, en unos días ya le dan la libertad condicional por buena conducta, tiene que esperar el resultado de unos informes – dice ella -
-Ah que bueno –
-Sí, acá esta mejor, él estaba en un penal de máxima seguridad ¿viste?, le salió bien un informe y lo trasladaron, ahora está trabajando y está mejor. -
-¿Cuánto le queda de condena? –
- A él le dieron diez años por homicidio, ya lleva poquito más de siete –
-Ah, ¿por homicidio está? –
-Sí, mató a uno del barrio. –
Ahí fue donde él recordó, fue un caso muy conocido en la ciudad y causó gran conmoción ya que no se muere gente así todos los días o tal vez en ningún día.
Era 18 de diciembre de 2022, y recién amanecía. Se levantó, preparó unos mates, desayunó, preparó el auto y subió a las perras. Fueron hacia una playa del sur caribeño que en pocos metros se convierte en selva, se bajaron, y caminaron. Las mañanas en la playa suelen ser muy generosas, es difícil que esté feo. Caminaron hasta que se cansaron, él y las perras.
A poco más de 300 km, en la casa de Aureliano todo comenzaba a gestarse. Unos vecinos de su barrio a los que conocía hacía más de diez años lo visitarían para almorzar y ver el partido juntos. Su mujer, Remedios, preparaba la picada, nada podía faltar. Ese día era especial.
Mientras tanto Aureliano comenzaba a prender el fuego, iban a ser ocho en su casa.
Es la hora. Llegan José, Úrsula y sus dos hijos. Saludan. José se dirige a la heladera, deja las cervezas que trajo y con una botella en la mano va donde está Aureliano.
Úrsula se dirige a la cocina a colaborar en la preparación de las ensaladas.
Los niños se van a la calle a jugar a la pelota con los hijos de Aureliano y Remedios.
De repente, Remedios y Úrsula escuchan gritos. Era común que sus maridos discutieran. Ven como Aureliano entra corriendo a la habitación y vuelve a salir tan rápido como había entrado. A continuación, se escuchan ocho disparos.
Remedios y Úrsula salen corriendo, no entienden nada de lo que pasó. Llegan al patio, ven a José en el piso sobre un charco de sangre y a Aureliano muy tranquilo en la parrilla.
El único sonido que se escucha es el crepitar de las brasas de piquillín.
-¿Qué hiciste? – le pregunta a Aureliano su mujer.
Aureliano no contesta, está concentrado en la cocción de la tira de asado. La mira, la pincha con su tenedor de parrilla y le da la vuelta.
-¡Llamá a una ambulancia! – le dice Úrsula a Remedios.
-¿Qué pasó Aureliano? – vuelve a preguntar Remedios.
-¡La ambulancia Remedios, rápido! – insiste Úrsula
Aureliano seguía sin inmutarse. Entra a la casa y sale con una tabla para poner los chorizos. Balbucea algo inentendible.
-¿Qué dijiste? – pregunta Úrsula a Aureliano.
Aureliano, con el estupor que lo caracterizaba, le contesta:
La cerveza que me trajo estaba caliente -.
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Sobre el autor:
Soy Marcos Pascua, tengo 32 años, soy ingeniero civil y nací en Olavarría. Resido en Necochea hace 4 años. Leo literatura desde muy chico. Empecé leyendo cuentos cortos, los que venían en la publicación de la revista “Anteojito” y es un hábito que mantengo hasta el día de hoy. La primera vez que escribí fue a los siete años para participar de un concurso literario para infancias. En la actualidad, escribo algunos textos de carácter técnico y otros no tanto en formato de columnas quincenales para el portal “Central de Noticias” de Olavarría. El año pasado hice una recopilación de varios de esos textos y publiqué mi primer libro “Desafíos Contemporáneos: Seguridad vial, movilidad y urbanismo”. Participo del programa “Lo dije o lo pensé” de Ecos Radio como columnista donde desarrollo temáticas relacionadas con el urbanismo.
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