Mientras Luis “Toto” Caputo asegura que no habrá devaluación tras la elección de hoy; y el gobierno de Estados Unidos continúa comprando pesos para evitar una escalada aún mayor del dólar en nuestro país; Argentina enfrenta hoy una elección de medio término que, a diferencia de otras oportunidades, parecería tener un trasfondo mucho más importante.
La contienda entre los espacios La Libertad Avanza (LLA) y Fuerza Patria (FP) se erige como el eje central de la disputa política nacional. Ambos frentes llegan con modelos claramente contrapuestos, campañas agresivas y una polarización cada vez más profunda que exige detenerse a analizar tanto el contexto como las claves que pondrán en juego este turno electoral.
Por un lado, La Libertad Avanza -el espacio oficialista que orbita en torno a Javier Milei- apela a su perfil rupturista, antipolítico, de “refundación” del país: promesas de liberalización radical, lenguaje directo y confrontativo con el orden político tradicional.
Pese a ello, enfrenta desgaste: los últimos actos de campaña fueron marcados por incidentes, reclamos sociales y críticas al ajuste económico.
Por el otro, Fuerza Patria representa el intento de articular a distintos sectores del peronismo -gobernados por líderes como Axel Kicillof, Sergio Massa y Cristina Fernández de Kirchner- para presentarse como alternativa sólida al proyecto libertario. Su campaña ha puesto énfasis en la cercanía territorial, en la consolidación de redes barriales, y en una comunicación más “tradicional” para recuperar el electorado de base.
Esa divergencia de estilos sintetiza el choque actual: mientras LLA apuesta al voto del descontento, la modernización radical y la ruptura; FP intenta reeditar una versión reposicionada del peronismo que combine voluntad de cambio con la promesa de estabilidad institucional. Esta polarización entre ruptura y continuidad se expresaron con claridad en los mensajes, los spots y los cierres de campaña.
La polarización, como ha ocurrido en otros tiempos, se ha transformado en un eje más de la campaña. En muchas localidades, el mapa electoral se tiñe de dos colores predominantes: violeta de LLA y celeste y blanco de FP, con otros espacios desplazados al margen. Esa bipolarización política adquiere tonos de batalla existencial para ambos espacios. Para LLA, ganar implica legitimar su proyecto; para FP, derrotar a los libertarios reforzaría el protagonismo del peronismo en la gran provincia.
En ese marco, el tablero bonaerense cobra una relevancia estratégica: cerca del 40% del padrón nacional se encuentra en nuestra provincia. Un traspié aquí pesará fuerte para cualquiera de los dos frentes. Según distintos análisis, si FP obtiene victoria, oxigenaría todo su arco y le permitiría al peronismo recuperar iniciativa; si LLA falla, el revés podría traducirse en contragolpe inmediato al oficialismo.
El clima de campaña también ha sido intenso: movilizaciones, actos numerológicos, spots virales, y un uso intensivo de redes sociales. LLA ha intentado proyectar imagen de “movimiento ciudadano”, mientras FP ha intensificado su base territorial con acciones de proximidad.
Todo este calor deja poco espacio para lo híbrido: la contienda está planteada como “o nosotros o ellos”, algo que arrastra al electorado a definiciones cuesta arriba.
En Necochea
No menos relevante es el comportamiento electoral de nuestra ciudad en la última elección del 7 de septiembre, que ofrece pistas para lo que puede venir hoy. La Libertad Avanza obtuvo poco más del 31 % de los votos, imponiéndose con una diferencia de más de diez puntos sobre Fuerza Patria y el oficialismo local.
El escenario local demuestra que LLA logró afianzarse incluso en un donde no gobierna, lo cual revela su capacidad de penetración territorial más allá de los grandes centros urbanos.
El dato de Necochea es significativo: un triunfo de LLA en un contexto donde FP desplegó toda su estructura territorial sugiere que el electorado se encontró suficientemente insatisfecho con los modelos tradicionales como para migrar hacia la opción libertaria.
En este sentido, Necochea funciona como microcosmos: si la polarización nacional se replica a nivel local, hoy puede tratarse de una campaña de “todos contra todos” con el voto disperso renderizando poco.
Por otra parte, ambas fuerzas parecen saber que la alta participación favorece a LLA (moviliza votantes jóvenes y desencantados) mientras que la baja participación puede beneficiar a FP, que cuenta con estructura territorial y un aparato peronista que logró superar el 20% en septiembre pasado, algo que no ocurría desde hace varios años.
Aunque la polarización es fuerte, la presencia de espacios menores puede restar votos al ganador esperado y definir la diferencia final.
Más allá de diputados o senadores -cargos en sí importantes- todo indica que lo que se discute hoy es el proyecto político de los extremos de las bandas. Para la Libertad Avanza, una victoria significaría seguir impulsando su agenda económica y de reformas sin concesiones. Para Fuerza Patria, ganar implicaría una recuperación simbólica vital y un freno a la lógica libertaria que los desplazó.
En la provincia de Buenos Aires -que concentra el mayor número de electores del país- el resultado del comicio podría determinar qué espacio domina la agenda política nacional durante los próximos años. El antecedente de Necochea muestra que LLA puede ganar en terreno relativamente hostil, pero el despliegue territorial de FP puede hacer que la diferencia sea menor a la esperada.
Esta elección no es una más. Es una encrucijada de modelos, una prueba de fuerza y una cita crucial para definir quién pone las reglas del juego político argentino en los próximos meses.
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