Hace 143 años, se fundaba nuestra ciudad. De la mano de un grupo de vecinos encabezados por Ángel Ignacio Murga y Victorio De La Canal, más el naufragio del velero “El Filántropo”, fueron los protagonistas de aquel acontecimiento.
En realidad, la necesidad de fundar un pueblo en este lugar del Sudeste de la Provincia de Buenos Aires, se venía impulsando desde varios años antes. Murga, quien era comandante de las Guardias Nacionales, y De La Canal, juez de Paz, llevaban un tiempo analizando la necesidad de poder tener una cabecera para el Partido de Necochea (creado en 1865).
El naufragio del velero “El Filántropo” frente a las costas de Médano Blanco, hizo que Murga y De La Canal tuvieran medianamente allanado el camino, ya que un importante número de pobladores se acercó hasta el lugar para auxiliar a quienes habían naufragado.
Desde aquellos años hasta la fundación de la ciudad, tal como ocurre hoy en día, la burocracia y otros factores fueron demorando la concreción de aquel sueño que ya no sólo le pertenecía a Murga y De La Canal, sino a prácticamente todos los habitantes de nuestras tierras.
La historia cuenta que, finalmente, el 12 de octubre de 1881, utilizando el poste mayor de “El Filántropo”, se izó por primera vez la bandera nacional, convirtiéndose en el mástil de la plaza central “Dardo Rocha”, quien era el gobernador provincial en aquellos años.
El acta de fundación lleva los nombres de Murga y De La Canal, por supuesto, pero también de Pedro Etchebarne, Nicanor Duarte, José María Muñiz, Benedicto Calcagno, Julián Azua, Estanislao Picado, Francisco Baño, José Querencio Abudencio, Abudemio Santillán y Segundo Murga.
Obviamente, los fundadores de nuestra ciudad sufrieron también a aquellos detractores. No todos estaban convencidos de que la cabecera del partido fuera junto al mar y la desembocadura del Río Quequén. Claramente, el antagonismo en nuestra sociedad no es nuevo, como se puede observar.
Ni del “sí” ni del “no”
En los últimos años, se ha querido instalar en nuestra ciudad una nueva grieta: “la Necochea del sí” y “la Necochea del no”. A decir verdad, no es algo nuevo en el mundo político local. Ya han sido varios los oficialismos que, a través de diferentes frases, han buscado mostrar que desde la oposición no siempre se busca acompañar los proyectos o propuestas del Ejecutivo.
Todos hemos escuchado, seguramente, la frase “ponen palos en la rueda”, haciendo referencia a que desde el sector que no gobierna los destinos de la ciudad se busca perjudicar la política que implementan los gobernantes de turno.
Para graficar aún más, podríamos citar las grietas históricas de Boca o River, Bilardo o Menotti, pastas o asado, mate dulce o amargo, y hasta peronistas o radicales, para volver al ámbito político de la nota.
En esta dicotomía, el sentido estaría dado en que aquellos que están del lado del “sí” son quienes aceptan todas y cada una de las acciones, propuestas y proyectos que presenta el oficialismo de Nueva Necochea.
Por ende, quienes son críticos a algunas de esas cuestiones o tienen una mirada distinta sobre algún proyecto, quedan del lado de “la Necochea del no”.
Esta afirmación que se ha buscado establecer es, al menos, un tanto arbitraria, ya que, de ser así las cuestiones, tendríamos que aceptar que todo lo hecho o propuesto por el gobierno de turno está bien, mientras que todo lo que no surja de ese mismo espacio estaría mal.
En el medio de esta dicotomía, como suele ocurrir, se encuentra la ciudad y quienes habitamos el distrito.
Aquellos fundadores de Necochea, posiblemente, y según relatan las crónicas de aquellos años, entendía que esta tierra sería el lugar para no sólo afianzarse, sino también donde tener un futuro mejor, concretar sus sueños y, además, el de las próximas generaciones.
Particularmente, no creo que todo tiempo pasado haya sido mejor. Ni que vivir del recuerdo de los años dorados del turismo tenga razón de ser, al menos en este momento de nuestra historia. Pero sí es cierto que debemos entender que Necochea aún hoy necesita evolucionar.
Para que esto se concrete, las dicotomías que planteamos deben quedar de lado. Inexorablemente, tanto los gobiernos que han pasado como los que vendrán, han tenido y tendrán diferentes ideas, propuestas y proyectos. Algunas han sido muy importantes para el desarrollo y el crecimiento de aquel pequeño poblado en la desembocadura del río y otras no han logrado modificar la vida de quienes habitamos este suelo. Pero todos, en mayor o menor medida, lo pensaron en pos de un desarrollo.
No deberíamos caer en esta simpleza del “sí” o el “no”, dependiendo el sentido político de cada cuestión genérica. Sólo debemos ajustarnos a las normas vigentes, a volver a soñar en grande como lo hicieron otras personas y dirigentes que pisaron este Partido.
Todos, en mayor o menor medida, deberíamos aportar algo en pos de la comunión de una sociedad que, aún con nuestras propias falencias, sigue apostando a Necochea. A 143 años de aquel mástil en la plaza central, de aquel primer asado para celebrar la fundación, y pensando en que seguramente aún nos esperan muchos años más.
Necochea tiene que retomar el camino del desarrollo, donde todos vivan un poco mejor y donde las próximas generaciones sepan que podrán concretar sus sueños, como lo pensaron Murga, De La Canal y otros tantos que vieron en esta ciudad, un potencial único.
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