Un pedazo de Barrio acá en la Villa Díaz Vélez
Historias de José Luis Barrio. Maestro de periodismo y amante de Necochea
Eduardo Ronco
Para Ecos Diarios
“Un pedazo de barrio, allá en Pompeya”, dice el clásico de la canción popular compuesta por Homero Manzi, que lleva el nombre “Barrio de Tango”. Aquí podríamos cambiar Pompeya por Villa Díaz Vélez o Necochea y el barrio no es del tango, es José Luis Barrio. Hablar de “Pepe Lui” es hablar de un periodista de esos que dignifican la profesión, lo que se dice un maestro por sus capacidades como escriba, algo que quedó demostrado tanto en Panorama como en sus años de la revista El Gráfico, conocida como “la biblia del deporte” en nuestro país y en Sudamérica, pero ese no es mayor legado, ya que como persona es aún mejor que como periodista, con todo lo que eso significa. Junto a él, repasamos café mediante anécdotas, historias de redacciones, viajes, como así también su vínculo con nuestra ciudad, de la cual se enamoró a primera vista cuando era muy joven.
Su relación con Necochea
Como dice Fito Páez en uno de sus clásicos “cada vez que pienso en vos, fue amor”, mismo concepto podríamos utilizar para calificar el vínculo de Barrio con nuestro pago chico, por el cual sintió un flechazo desde el minuto cero que aterrizó aquí durante su adolescencia y acerca de ello señaló que “La primera vez que vine fue hace 60 años. Fue con mi tío Víctor Coccimano, quien construyó los edificios Manquel, Manquelito y Manquelazo. Él venía de vacaciones acá, con su hijo que era de la misma edad que yo y ese año le dijo a mi vieja “me lo llevo a José Luis, para que esté un poquito con mi hijo y ahí conocí Necochea. Era muy chico. Al poco tiempo mi tío comenzó a construir el Manquel y ya después se fue armando otra historia. Creo que ahí me enamoré de Necochea, porque ya luego empecé a venir por las mías, compré un departamento, ya venía con mi familia y así se escribió una historia que como te decía, ya cumplió 60 años”, evocó José Luis, quien además fue futbolista de las divisiones inferiores de Vélez, en donde llegó a jugar hasta la novena división.
Trabajo y placer
Como es sabido, Necochea durante varias décadas fue la “capital de la pretemporada”, por la gran cantidad de equipos de fútbol, que elegían nuestra ciudad por los escenarios naturales, para comenzar a planificar el año de competición. Muchos de esos equipos quedaron en la historia del fútbol nacional, como el Estudiantes de Osvaldo Zubeldía, el River de Angel Labruna, el Boca de Juan Carlos Lorenzo y mucho más acá en el tiempo el Vélez ganador de todo con Carlos Bianchi. Parte de ese período de esplendor de la ciudad, coincidió con su trabajo en El Gráfico que lo enviaba permanentemente, para hacer las coberturas periodísticas y sobre ese período de su vida expresó que “Que me mandaran a mí acá, me venía bárbaro porque después me quedaba de vacaciones. Vine tres años seguidos en 1977, 1978 y 1979. Estaba Vélez dirigido por Carlos Cavagnaro en el Hotel Argentino, Argentinos Juniors, Racing con Enrique Omar Sívori como DT. Era todo redondo. Tan redondo, que yo pensé establecerme y forjar un proyecto, en algún momento en la ciudad”, indicó quien durante un tiempo, se desempeñó como representante de jugadores y fue además campeón del torneo Metropolitano de Básquetbol de Primera, con Deportivo San Andrés.
La llegada a El Gráfico
Trabajar en El Gráfico durante mucho era como jugar en Real Madrid de Di Stéfano, el Inter de Helenio Herrera, el Barcelona de Guardiola o la “Naranja Mecánica de Holanda de 1974”. Una verdadera selección de periodismo. Ese sueño de poder ingresar a esa redacción, Barrio pudo cumplirlo y con un verdadero equipo de los sueños por la jerarquía de los periodistas que trabajaban allí como: Ernesto Cherquis Bialo, Héctor Vega Onesime, Juan José Panno, Guillermo Blanco, Carlos Irusta (boxeo), Luis Hernández (tenis) o Daniel Ricardo Orcasitas (básquetbol), por citar algunos y sobre su llegada a la publicación deportiva más emblemática de América Latina, recordó que “Luego de iniciarme en la revista Panorama y de encargarme de la sección Deportes del Cronista Comercial. Carlos Fontanarrosa (creador del ciclo televisivo Polémica en el Fútbol y coordinador de todas las revistas de Editorial Atlántida), vio un par de notas mías y enseguida me tomaron. Me quedó siempre presente que Fontanarrosa me dijo: “Leí su nota y tiene nivel para trabajar acá. Lo único que le digo es que con un Ardizzone (por Osvaldo), basta y sobra”. Entonces me quedé mirándolo y él me respondió porque yo sé que a usted le gusta adornar las notas”. Así entré, expresó quien en el año 1988, cubrió los Juegos Olímpicos de Seúl, además de varios mundiales y peleas de campeonato del mundo de boxeo.
Las locuras de Bilardo
Sabemos que Carlos Salvador Bilardo es un tipo muy particular y Barrio tuvo el privilegio de acompañarlo a la primera gira a Europa, que hizo como director técnico de la Selección nacional en 1983 a poco de asumir como DT albiceleste y sobre ese viaje junto al entrenador campeón del mundo en México 1986 y subcampeón en Italia 1990, dijo entre risas que “El director de El Gráfico, que era Vega Onesime, le preguntó a él si un periodista de la revista podía seguirlo en lo que denominó “viaje de estudio”. Un viaje que Bilardo se pagó de su bolsillo, donde entre otras cosas lo utilizó para decirle a Diego Maradona que iba a ser el capitán del equipo y a Daniel Passarella que dejaba la capitanía. Lo concreto es que Carlos dijo que sí y allí fui. Ni bien llegué a Madrid donde nos teníamos que encontrar, me dijo si pagábamos mitad y mitad, lo cual a él le servía y a mí también, porque me ahorraba mucha plata en viáticos. Además iba a tener el privilegio de convivir 20 días con el DT de la selección y compartir la habitación. Era el sueño del pibe. Desayunábamos juntos, merendábamos juntos, almorzábamos y cenábamos. Mirábamos los partidos juntos, visitamos a todos los personajes que fue a ver, salvo a Maradona. Después estuvimos con Di Stéfano, Bearzot, Passarella, Bertoni, Patricio Hernández. Además ocurrían cosas re locas. Como que lo llamaba por teléfono desde la habitación a Julio Grondona y le decía que estaba conmigo, como si yo fuese el ayudante de campo. Fue una experiencia extraordinaria que jamás volví a vivir. Estuvimos juntos todos los días juntos, salvo la última noche, donde él me pidió de quedarse solo. Lo que él no sabía, era que yo había cambiado el pasaje para irme un día antes, porque no lo aguantaba más ya que era imposible seguirle el tren. Estaba con la cabeza todo el tiempo puesta en el fútbol a punto tal que un día con la luz apagada y entre dormido, me preguntó… ¿José. Garré (por Oscar. Lateral de Ferro y de la Selección), cuando pasa al ataque, tira el centro a la olla o llega al fondo? Y como esa miles”, expresó José Luis Barrio. El maestro, el caballero, el amigo y que luego de eso, se fue con el alma inquieta de gorrión sentimental como el del tango “Melodía de Arrabal”. ///