Un campeón arriba y abajo del ring
Esteban Rosales realizó una destacada carrera como boxeador amateur, llegó a profesional, debió abandonar por una lesión a los 22 años y hoy es un referente del boxeo nacional como entrenador y organizador de festivales
“Nunca me pongo barreras por delante”, afirmó Esteban Rosales, que a los 54 años parece impulsado por el mismo espíritu que lo animaba cuando todavía siendo un niño se calzó los guantes por primera vez.
“Cuando alguna vez mi papá me quería explicar que no todo se puede, mi vieja le contestaba: lo que él dice lo va a hacer”, recuerda Esteban.
Fue así como cuando aún era un chico que jugaba al fútbol en la quinta de Estación Quequén un día escuchó una convocatoria que realizó Mario Anchorena boxeadores de Necochea a reunirse en el Club Boca Juniors.
“Creo que ni la misma gente del club sabía lo que hizo Mario, pero yo le dije a mi vieja que quería ir y ella me armó un bolsito con un pantaloncito de fútbol de Estación Quequén y una camiseta de Boca”, recordó.
Esteban, que desde los 9 años hacía guantes, tenía 12 o 13 años cuando al llegar al club vio bajar de un auto a uno de sus ídolos boxísticos locales: Víctor Montoya.
Al poco tiempo Esteban formaba parte del numeroso grupo de pupilos que comenzaron a concurrir Montoya.
“A la semana nos hicieron hacer guantes y Montoya me dijo: yo te quiero entrenar a vos”, recordó.
Tenía 13 años cuando debutó ante Jorge Blanco, un púgil de Mar del Plata que entrenaba con el Jabalí Videla.
Esteban realizó cinco peleas con Montoya y luego, todavía un chico, se radicó en Mar del Plata, donde entrenó a las órdenes de Ever Agüero, realizó 40 combates y sólo perdió uno.
En Mar del Plata, siendo todavía muy joven fue sparring de Gustavo Ballas y realizó una pelea de semifondo cuando el campeón supermosca derrotó a Raúl Ojeda en esa ciudad.
En esos años Rosales logró el subcampeonato argentino amateur de la Federación Argentina de Box y luego fue campeón mediano amateur.
“Mi madre, Susana Blanca Lencina, amaba el boxeo. Cuando gané el título de Campeón Amateur le pude regalar el primer televisor a color y le compré ropa a mis 6 hermanos. Ese día quedó gente afuera del estadio y gané siendo amateur lo que ganaba un campeón argentino”, recordó.
Pero su madre enfermó, lo que lo obligó a volver a Necochea y alejarse del boxeo por un tiempo.
Aunque surgió alguna oportunidad de radicarse en Buenos Aires, Esteban decidió acompañar a su madre y no dudó en volver a Necochea hasta que ella se recuperó.
El regreso al cuadrilátero se produjo de forma inesperada a partir de un tío que vivía en Bahía Blanca y que estaba dedicado a la cría de caballos.
Ya habían pasado varios años, Esteban estaba casado con María Rosa, la mujer que lo ha acompañado 33 años y madre de sus cuatro hijos.
En el sur, tuvo una nueva oportunidad, realizó unas 15 peleas, fue campeón bahiense amateur y campeón del sur e incluso realizó una pelea de fondo cuando se presentó allí Santos Benigno Laciar.
Fue representando al Club Bella Vista que finalmente Esteban pudo debutar como profesional.
“Debuté ganando y el club llegó a comprarme una casa”, dijo Rosales, aún agradecido con esa entidad y con el boxeo, que ha sido todo en su vida.
El sitio especializado BoxRec aún registra su triunfo ante Marcelo Eduardo Sánchez, el 23 de junio de 1989 en Bahía Blanca.
Lamentablemente, poco después de convertirse en profesional y cuando sólo tenía 22 años, las manos comenzaron a jugarle una mala pasada.
Dispuesto a dejar el boxeo, volvió a su querida Necochea con su familia, comenzó a trabajar en una cerealera y a estudiar peluquería.
Precisamente mientras estudiaba en Mar del Plata se reencontró con Ever Agüero, volvió a entrenar, hizo de sparring y surgió la oportunidad de volver como profesional. Incluso se preparó todo para enfrentar a un púgil brasileño con el objetivo de posicionarse para aspirar a algún título.
“Pero cuando faltaban 20 días para la pelea, me estalló una mano”, dijo Rosales, que de esa manera vió definitivamente frustrada su carrera como boxeador.
Una nueva oportunidad
Hoy Esteban Rosales, con 54 años, cuatro hijos y tres nietos, es uno de los entrenadores de box más reconocidos del país. Logró darle a Necochea su primera campeona mundial de boxeo, entrena a tres boxeadores profesionales y a siete amateurs con grandes posibilidades de hacer historia.
“Dios me ha dado un talento y veo que lo mío sirve. El secreto es la humildad para seguir aprendiendo más y poder enseñar”, dijo Rosales, quien comenzó a entrenar a Jorgelina Guanini cuando ella sólo tenía un puñado de peleas y llegó a sumar 40 combates bajo las órdenes de Esteban.
Hoy otro de sus pupilos, el muy joven y ya profesional José Arias Olivo, se perfila como una gran promesa del boxeo local y lo observan atentamente desde la Promotora Zanfer, la representante de Canelo Alvarez y otros campeones mexicanos.
Rosales se ha convertido en un nombre recurrente en el boxeo nacional, aunque por su perfil bajo él no parece aún sentirse cómodo con ese reconocimiento.
Su trayectoria como entrenador de profesionales comenzó con el quequenense Maxi de la Fuente. Con el apoyo de Gerónimo Venegas, Rosales realizó un relanzamiento de la actividad boxística en la ciudad hace ya varios años.
Desde entonces ha organizado varios festivales transmitidos a nivel nacional y latinoamericano por una de las principales señales de cable del país y boxeadores de la región vienen a Necochea para entrenar con él.
Pese a ello, hoy Esteban no tiene un gimnasio en Necochea. Afirma que esto se le ha dificultado porque nunca ha pensado en vivir de ello. “Yo no vivo del gimnasio. Tenía 40 chicos haciendo boxeo y podía cobrarle a 10”, dijo.
No obstante, considera que por el alcance que han tenido los boxeadores entrenados a sus órdenes en Necochea, contar con un gimnasio sería un aporte al deporte de la ciudad. “Por eso estoy por crear una asociación civil de boxeo”, explicó.///