“Transmitir conocimiento y formar a jóvenes para la vida, fue mi deseo”
Señaló la docente jubilada Silvia Gramigna, quien se desempeñó durante más de 32 años en escuelas públicas y privadas. “Ahora, el tejido voluntario me hace bien al corazón”, afirmó
Mario Maruca
Redacción
Silvia Gramigna, docente jubilada y amante de la libertad. Profesora de Letras, aunque tenía aspiraciones de ser ingeniera agrónoma cuando residía en Lobería, pero la vida la impulsó para estudiar Humanidades y la especialidad en Letras.
“La docencia comenzó con un deseo de transmitir conocimientos y formar jóvenes para la vida y se transformó en un enriquecimiento mutuo, y un nuevo aprendizaje que va y viene entre alumno y profesor”, explicó.
“Siempre me gustó trabajar con adolescentes, sobre todo de 14 y 15 años. Buen trato al comienzo de carrera con más rigidez y con el tiempo, se fue logrando compañerismo, contención y amistad que aún hoy conservo”, destacó la profesional de Educación.
“Trabajé durante 32 años y medio. Empecé en el año 1973, en el Colegio Nacional de Lobería, de donde soy nativa, y mientras tanto, continuaba con mis estudios en la Universidad Nacional del Sur, en Bahía Blanca”, añadió la mujer.
Silvia recordó que “todas las semanas viajaba desde una ciudad a la otra, ya que a pesar de mis inicios laborales, llevaba a cabo el Profesorado de Letras, hasta que en 1975 me recibí y dos años después, me trasladé a Necochea, cumpliendo funciones en escuelas de Lobería y Necochea”.

El Profesorado de Letras
Gramigna repasó junto a Ecos Diarios su dilatada trayectoria y sostuvo que “en realidad, quería ser ingeniera agrónoma, pero por circunstancias de la vida, estudié la Licenciatura en Humanidades, en la especialidad de Letras”.
Agregó al respecto que “nunca pensé en ser profesora, pero felizmente, los caminos me llevaron a completar con el profesorado en Letras en Bahía Blanca y ahí me anclé para siempre, y fui muy feliz con la decisión tomada”.
La profesional desempeñó funciones en escuelas públicas y privadas. Comenzó en 1973 en el Colegio Nacional de Lobería e Instituto Calasancio Divina Pastora, y continuó en el ex Colegio Nacional de Necochea, Escuelas de Educación Media Nº 1, 2 y 7, el ex Comercial.
También brindó conocimiento a los alumnos en las aulas de la Escuela Argentino Danesa Alta Mira, el Instituto Humboldt y Escuela de Educación Medía Nº 3 de Quequén, Escuela de Educación Técnica Nº 1 y Nº 2 (ex Industrial), Escuela de Enfermería y de Arbitros de Fútbol.
Tejer y viajar, otros placeres
Silvia Gramigna tiene otros placeres de la vida y muestra también su costado solidario y de colaborar con los que menos tienen. “El tejido voluntario me hace muy bien al corazón, ya que es ayudar a quienes lo más necesitan y porque considero que el tiempo libre hay que dedicarlo en positivo”.
En la conversación con Ecos Diarios señaló que “me jubilé en 2006 y lo que más me ha gustado hacer es viajar por nuestro bellísimo país al que recorrí en su totalidad y por el mundo. Llevo un registro de 25 países visitados de América, Europa, África y Asia”.
Perfil
El cariño de ex alumnos es reconfortante
Silvia Gramigna es oriunda de Lobería y se recibió de Maestra Normal Nacional a los 17 años, cuando recién los había cumplido, y en 1969 continuó estudiando el profesorado de Humanidades, en la Universidad Nacional del Sur.
Pasó por casi todas las escuelas públicas y privadas de Necochea, y tuvo a unos 15.000 alumnos durante la prolongada trayectoria en las aulas de los distintos niveles de la Educación.
“El cariño de mis alumnos es lo que más me reconforta, es lo que ha quedado, en cada lugar que voy, me encuentro con personas que pasaron por mis clases, y lo mismo ocurre cuando visito Lobería”, resumió.
Hermosa familia
Gramigna tiene tres hijos, Rodrigo, de 46 años y médico forense, Rocío, de 44 y abogada laboralista y Lucía, de 43 y Licenciada en Enfermería. Y disfruta de sus seis nietos: Leandro, Lola, Juana, Vicente, Agustín y Kassandra.
Para evidenciar una parte concreta de su personalidad, Silvia aseguró que “siempre fui rebelde en la vida, muy libre y eso no lo negocio por nada, es decir, mi libertad no tiene precio”.
Y reconoció que “completo mi tiempo con alguna actividad física, el tejido voluntario que me apasiona y sobre todo, los encuentros con nuevas amigas que sumo año tras año. En el verano, me gusta caminar por la playa o el parque”.
Comentarios
Para comentar, debés estar registrado
Por favor, iniciá sesión