Sensata medida, digna de imitarse
Desde largo tiempo, lamentablemente, la práctica oficial del fútbol infantil en Necochea suele verse alterada por diversas agresiones que vienen desde afuera del campo de juego, y que tienen como autores a personas mayores.
Padres o familiares de los pequeños futbolistas fanatizados y exigiéndole a sus hijos que sean “cracks “ a toda costa, algo que esconde sus propias frustraciones; peleas entre hinchas de un bando y otro; y hasta la participación de desubicados entrenadores o dirigentes, han poblado las canchas locales de actitudes despreciables. No solo desde lo verbal sino como agresión física.
Estas conductas lejanas al verdadero espíritu deportivo, inculcando a los niños que hay que ganar “siempre y como sea”, han generado preocupación en algunos clubes y el sentimiento de que “hay que hacer algo” para desterrar tales malas actitudes.
Es el caso del Club Atlético Mataderos, que días atrás emitió un firme comunicado, a través del cual advierte que de aquí en más expulsará de sus instalaciones a los adultos que sean responsables de actos de violencia física o verbal durante la disputa de partidos del fútbol infantil.
Uno de los objetivos principales del comunicado de la entidad del barrio Norte es la necesidad de ratificar el real motivo de las competencias entre niños: que se diviertan con pares de su edad, compartan, se eduquen y respeten. Lejos del hecho de que ganar sea algo de vida o muerte.
Hay que terminar con el hostigamiento a los niños; de pedirles desde afuera que golpeen a sus rivales, si es necesario, para detenerlos. Algo que los hacen infelices y hasta se ha visto a pequeños deportistas salir llorando de un campo de juego.
Los padres deben procurar que sus hijos practiquen el deporte que aman y se diviertan; alentarlos y no exigirles. De no ser así, es probable que ante tamaña presión no quieran seguir jugando y abandonen el deporte.
El fútbol infantil no debe perder su esencia y real razón de ser, el de una actividad lúdica, recreativa y educativa a la vez, en un entorno seguro, respetuoso y sin tensiones que se originan desde el exterior de un rectángulo de juego.
De todo lo expresado en esta columna, surge el reconocimiento a la decisión del Club Mataderos, a la vez que sería positivo que otras entidades la imiten.
Está más que claro que en la niñez el circunstancial rival es solo eso y que sin él es imposible un partido de fútbol. De allí que hay que respetar al otro, porque es respetarse a sí mismo.
En tiempos que la educación, solidaridad y agradecimiento aparecen desdibujados para algunos, es necesario que los clubes marquen límites y encarrilen una práctica deportiva, que bien entendida forja a los futuros hombres de bien que tanta falta le hacen a nuestra golpeada sociedad.///
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