Necochea, Quequén y el distrito tenemos la chance de disfrutar de estas aguas los 365 días del año, ya sea dando un paseo y recreando la vista o realizando deportes..
El privilegio de tener tantas bondades naturales, no la tienen muchas ciudades del Mundo. Necochea, Quequén y todo el Partido es una de ellas. Río, campo, playa y mar, una combinación de lugares únicos, que al ojo del habitante de estas tierras le parece normal, pero aquel que viene de visita unos días o a vacacionar, no deja de impresionarse.
Desde hace unos años, el escenario del mar es cada vez más elegido. Año a año las comunidades del surf, bodyboard, kitesurf, kayak o el tema de las embarcaciones deportivas, van creciendo y disfrutando de un pedazo de nuestro Océano Atlántico.
Tiempo atrás pensar en el mar como un goce de todo el año era impensado, o solo para algunos que estaban “casi locos” y se metían con sus tablas a correr unas olas, o aquellos amantes de la pesca, que con sus vehículos se posaban sobre la arena, en las playas del sur, disfrutando de la actividad solo o con amigos.
En la actualidad podemos ver como el mar es parte de nuestra vida, casi, diaria. El crecimiento de la escollera ha favorecido para que en cualquier momento del año podamos irnos a pegar una vuelta y ampliar la tradicional “vuelta al perro”. Hoy es un paseo obligado, porque además los miradores, puestos sobre los grandes bloques de piedras, hace que podamos apreciar un paisaje que antes no lo veíamos, o quizás no nos dábamos cuenta.
Tardes soleadas, de atardeceres pintados, con los molinos eólicos aportando un poco más de magia a esa imagen que muchos amantes de la fotografía intentan retratar.
La juventud le ha dado mucha vida al mar, lo ha abrazado y en un punto transmitió ese amor a parte de su familia, que antes no era habitué de caminar sobre la 2 o sobre la arena, bordeando la lengua del agua.
Los adolescentes que por estudios deben dejar la ciudad, cuando regresan o vienen de visitas a la ciudad, además de extrañar la contención y el afecto de sus familias y amigos, la vuelta para poder ir y contemplar el mar, es una cita obligada. Ciudades como Capital Federal y La Plata, donde el movimiento estudiantil convive con edificios, poco espacio verde y alejados espejos de agua, hace que la nostalgia por volver a “su” lugar en el Mundo sean aún mayor.
Pasarse un ratito por él, disfrutar del amanecer en Quequén y del atardecer en Necochea, meterse con la tabla, remar un rato o simplemente ir a “tirar un cañazo”, hacen del mar una gran terapia para muchos, por eso mismo que van a escuchar por estas tierras que: “Para todo mal, el mar, y para todo bien, también”.///
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