Pantallas y visión: el daño silencioso que crece cada día
Anteojos, lágrimas y pausas, aliados para la salud ocular
ROCÍO MAGALÍ SÁNCHEZ
Para Ecos Diarios
El uso intensivo de pantallas se ha vuelto una constante en la vida cotidiana de adultos y niños. Computadoras, celulares y tablets acompañan las jornadas laborales, el estudio y hasta el ocio. Frente a este nuevo escenario, la consulta a profesionales de la visión se vuelve fundamental. Así lo advirtió Gabriela Alonso, óptica técnica en contactología, quien compartió su experiencia en “Desde temprano” por Ecos Radio.
Una de las consultas más frecuentes que recibe en su óptica es la de personas que advierten una disminución en la calidad de su visión. “Muchos llegan con síntomas como visión borrosa o dolores de cabeza, pero sin haber pasado por una consulta oftalmológica previa”, explicó.
En ese sentido, Alonso enfatizó que el primer paso ante cualquier duda debe ser acudir al oculista, quien está capacitado para diagnosticar y prescribir la graduación adecuada. “Nosotros, como ópticos, trabajamos con la receta médica. No podemos diagnosticar ni pasar por alto controles esenciales como la presión intraocular”, aclaró.
El uso de pantallas
Uno de los aspectos que más preocupa hoy es el impacto del uso excesivo de pantallas, especialmente en niños. Alonso subrayó que los menores de tres o cuatro años no deberían tener contacto con dispositivos electrónicos.
“Yo me acuerdo después que arrancamos en la pandemia, fuimos los primeros rubros que pudimos arrancar a atender chicos era impresionante. En ese periodo subió un 50%. la demanda de los chicos de 5 o 6, 7 años con unas graduaciones tremendas”, contó la entrevistada.
Una herramienta preventiva cada vez más recomendada es el uso de anteojos con filtro de luz azul. “Pueden tener o no graduación, y se utilizan para trabajar frente a pantallas y utilizar el celular o Tablet. Son accesibles y no reemplazan la receta médica, pero sí ayudan a prevenir el cansancio visual, el ardor y la resequedad ocular”, detalló Alonso.
Además, mencionó que existen distintos tipos de filtros como el “blue protect” o “dual blue”, y que su uso se está generalizando entre niños y adultos que permanecen muchas horas frente a pantallas.
Para complementar el cuidado visual, la óptica técnica recomendó aplicar la regla 20-20-20: cada 20 minutos de uso de pantallas, desviar la mirada durante 20 segundos a un punto que esté a 20 pies de distancia (aproximadamente 6 metros). “Este pequeño hábito ayuda a relajar los ojos y prevenir la fatiga visual”, señaló.
Otro aliado importante son las lágrimas artificiales. “Cuando uno mira fijo una pantalla, disminuye el parpadeo y se reseca la superficie ocular. Las lágrimas artificiales tienen el ph más parecido al de la lágrima humana, sirven para hidratar y se pueden usar varias veces al día, sin efectos adversos. Las recomiendo especialmente al comenzar y terminar el día”, aconsejó.
También advirtió sobre el efecto de la calefacción, que seca el ambiente y agrava la irritación ocular. “No hay que subestimar las molestias leves. Los ojos secos, el lagrimeo o la sensación de arenilla pueden ser signos de que el ojo está siendo exigido en exceso”.
En cuanto a la exposición a la televisión, si bien forma parte del entorno digital, su impacto es menor por la distancia a la que suele observarse. Sin embargo, Alonso remarcó que el uso de celulares y computadoras, al estar mucho más cerca del rostro, representa una agresión más directa para los ojos.
“Hoy pasamos del trabajo frente a la computadora al celular en el tiempo libre, sin descanso visual. Antes nos advertían que no nos acerquemos demasiado al televisor. Ahora llevamos el celular a veinte centímetros de la cara”, comentó.
Por último, la entrevistada recomendó aprovechar las funciones de los dispositivos móviles que permiten reducir la intensidad de la luz azul, como los “modos de lectura” o “protección ocular”, aunque insiste en que no reemplazan el uso de lentes con filtro específico.
La salud visual es un aspecto clave en un contexto donde la tecnología avanza a pasos acelerados. La prevención, el control médico y el uso de herramientas adecuadas pueden marcar la diferencia para evitar daños a largo plazo.
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