Las claves para disfrutar del pádel sin lesionarse
Cada vez más popular, el pádel exige una preparación física específica. Especialistas alertan sobre el aumento de lesiones por falta de entrenamiento previo.
"Hay que estar bien para jugar pádel, y no jugar pádel para estar bien". Esta frase, repetida por médicos del deporte y preparadores físicos, resume un error común entre los aficionados: creer que practicar un deporte es suficiente para mejorar la salud, sin considerar las demandas específicas que esa práctica impone al cuerpo.
El pádel, que crece a pasos agigantados en Argentina, combina velocidad, reacción, potencia y agilidad en un espacio reducido. Esto lo convierte en un deporte tan entretenido como exigente. Sin embargo, esta aparente simplicidad esconde una trampa: muchos jugadores amateurs lo adoptan como única forma de actividad física sin ningún tipo de acondicionamiento previo. ¿El resultado? Un aumento notable de lesiones musculares, articulares y tendinosas.
Según datos de federaciones y centros de rehabilitación, en los últimos cinco años se ha triplicado la cantidad de consultas por lesiones vinculadas al pádel, en especial entre mayores de 35 años. Las más frecuentes son: Tendinopatías del codo (epicondilitis o "codo de tenista"), esguinces de tobillo, lumbalgias y contracturas musculares, lesiones en la rodilla (meniscos, ligamentos), Desgarros isquiotibiales y gemelos
“Muchas personas vienen de una vida sedentaria o con poca actividad física regular. Se entusiasman con el pádel, que es muy social y divertido, pero su cuerpo no está preparado para movimientos explosivos ni cambios de dirección constantes”, explica el Dr. Jorge Calderón, médico deportólogo y docente universitario.

¿Por qué hay que entrenarse para jugar?
El pádel no es solo golpear una pelota. Implica desplazamientos cortos y rápidos, flexión constante de caderas y rodillas, rotaciones del tronco, saltos, arranques, frenadas y giros. Todo eso en pocos segundos. Sin un cuerpo preparado, el riesgo de lesión aumenta significativamente.
La prevención empieza antes de entrar a la cancha. Una rutina física bien planificada debería incluir: Entrenamiento de fuerza, en especial de piernas y core, para proteger rodillas y columna. Trabajo de movilidad articular, para mejorar la elasticidad y el rango de movimiento. Ejercicios de estabilidad y propiocepción, fundamentales para prevenir esguinces. Cardiovascular y resistencia, para evitar el agotamiento que provoca errores técnicos y lesiones. Entrenamiento específico de técnica y desplazamientos, guiado por un profesor.
El rol de la kinesiología
“Los kinesiólogos tenemos cada vez más consultas de ‘padelistas’ amateurs con lesiones evitables. El denominador común es el mismo: no hacen entrada en calor, no estiran, y creen que jugar una o dos veces por semana alcanza para estar bien físicamente”, señala Mariana Bazán, kinesióloga deportiva. Además, muchas lesiones se repiten por usar paletas inadecuadas, mal estado físico general, calzado sin amortiguación y falta de descansos.
Conclusión: el pádel como parte de un plan integral
Disfrutar del pádel es posible y saludable si se lo encara con responsabilidad. Para quienes se inician, la recomendación es hacer una evaluación médica y comenzar con una preparación progresiva. Para quienes ya juegan, incorporar entrenamiento físico complementario, una correcta entrada en calor y elongación es indispensable.
Como concluye el preparador físico Ariel De Lucca, “el pádel no debe ser el único estímulo físico, sino parte de un estilo de vida activo y entrenado. El objetivo no es solo evitar lesiones, sino mejorar el rendimiento y disfrutar más del juego”.///
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