La maestra que se hizo viral por enseñar
Claudia Zapata es docente y su forma de motivar los alumnos en medio de una cuarentena, le ha significado un salto inesperado al reconocimiento popular
Por Ian Larsen – redacción
Cuando Claudia Norma Zapata comenzó a estudiar para ser docente de primaria, pensó que sería una buena forma de canalizar su amor por la educación y su interés por ver a los chicos aprender. Además, sería una buena manera de agradecer y retribuir todas las herramientas que la educación pública le había otorgado a lo largo de sus años formativos.
Pero si hay algo que jamás se imaginó por aquellos años es que después de dos décadas de haber obtenido el título de docente, su particular forma de ejercer esa vocación que desde chica la movilizaba, la llevaría a convertirse en “viral” en las redes sociales, recibir más mensajes de elogio de los que cualquier persona puede leer al día y a ser foco de decenas de entrevistas y charlas en medios de comunicación de todas partes del país.
Los primeros días de una primavera un poco más fría de lo habitual hacen que el abrigo sea una buena opción. El reloj marca las diez y cinco de la mañana, en la casa situada sobre una calle entoscada, cerca de las afueras de la localidad bonaerense de San Cayetano. Un pueblo que no tiene mucho más de 7.000 habitantes y en el que es raro para los residentes caminar hasta el almacén más cercano sin cruzarse con un conocido y saludarse. Hoy lo hacen sin abrazo, ni beso y con la sonrisa tapada por el barbijo, pero esa frialdad no era lo habitual.
Claudia vive en una casa alquilada, mientras que los fines de semana y feriados construye con sus propias manos esa vivienda propia que tanto ha esperado tener.
Se dispone a abrir la puerta para brindar el reportaje acordado. Desde el primer momento sonríe, pero en la cara se nota que no está muy convencida.
-De a poco me voy acostumbrando a esto. Me parece una pavada igual…-
En la última semana dio una nota al único canal de televisión que tiene San Cayetano, a una radio de Tres Arroyos y vio su cara en tres o cuatro sitios web de noticias zonales que simplemente vieron el video que tanta gente ya había visto e hicieron sus publicaciones, sin haberla consultado ni saber nada más del contexto en que fue filmado. Cientos comentarios de gente que no conoce y seguramente nunca va a conocer.
Ahora espera que la llamen por notas que quieren los medios nacionales. Incluso tiene una propuesta para darle una clase en vivo al exarquero de la Selección argentina, Sergio Goycochea, y a su compañera de conducción de la TV Pública, Noelia Antonelli. Respondió a las mismas preguntas más de diez veces esta semana y seguramente lo hará la que viene.
-Yo hago mi trabajo que es enseñar, no es nada de otro mundo. Es lo que he hecho siempre-, advierte.
Claudia Zapata se hizo “viral” en las últimas semanas, luego de que se conociera uno de los videos que le envía por WhatsApp todos los días a sus alumnos para arrancar la clase. “La docente que enseña al ritmo de Los Palmeras”, se animaron a titular algunos de los primeros medios que se hicieron eco de ese hecho. Ella se encabrona de solo recordarlo.
-Hice un solo video con esa canción. No es lo único que hago-.
El video fue subido a las redes por la inspectora regional de educación que supervisa a la escuela donde Claudia trabaja. Acompañando ese video que le llegó a través de la directora de la institución, escribió un breve texto en el que manifestaba que ponía en Claudia un ejemplo de lo que espera de los demás docentes, y agradecía el esfuerzo adicional que muchos de ellos están haciendo por seguir motivando a los chicos tras más de seis meses de cuarentena. Esa publicación tiene decenas de miles de reproducciones en Facebook, fue replicada por otros usuarios e incluso trasladada a YouTube. Se trata de una adaptación que ella misma inventó del tema “El embrujo” de Los Palmeras, la banda santafesina de cumbia. Entre baile, risas y karaoke, llama a sus alumnos de segundo grado a sumarse a la clase y poner la fecha en el cuaderno, tal como está escrita en el pizarrón situado detrás de ella.
El pizarrón lo instaló en la pared de la cocina de la casa que alquila, emulando un aula escolar, con afiches educativos alrededor, para que los chicos sientan que quien está en la pantalla es “la seño”, con guardapolvo y todo, y no simplemente una vecina.
Claudia se autodefine como una persona que no tiene intención alguna de amigarse con la tecnología. Sin embargo, la modalidad de enseñanza de la cuarentena la obligó a cambiar su antiguo celular por un smartphone más moderno. Ya con más “cancha”, se ha esmerado en usar aquel dispositivo para atraer la atención de sus alumnos de segundo grado, a través de videos donde los invita a sumarse a la clase bailando, cantando, con salidas al aire libre, haciendo recorridas virtuales por el pueblo y hasta vestida de payasa.
La cuarentena tiene más de 200 días y a los chicos se les pone difícil seguir teniendo la motivación necesaria.
-Pongo una silla arriba de la mesa y ahí apoyo el celular. Así me queda a la altura de la cabeza y apuntando al pizarrón. Así doy la clase-.
Pese a que nunca hubiese pensado en invertir dinero en algo así, se vio obligada a abandonar el celular, que tenía hacía varios años y que no había querido cambiar, para adquirir uno más moderno, que le permitiese manejar el volumen de archivos que envía y recibe a diario. Claro que el Gobierno a la hora de decretar la suspensión de clases y el comienzo de las cursadas online, nunca tuvo en consideración estos asuntos técnicos que afectaron no solo a los docentes, sino también a los alumnos que no tenían la posibilidad de tener una buena conexión a Internet o un smartphone acorde a las demandas. No llegó ninguna ayuda, ni para pagar internet, ni para pagar la luz, ni para cambiar la computadora, ni se entregaron módems para más velocidad ni nada que se le parezca. Una de las tantas barreras que ha tenido la educación argentina a lo largo de la cuarentena y a las que Claudia se ha ido enfrentando y ha tratado de superar.
– Cuando uno arranca a estudiar, no hay una materia que se llame “cómo dar clase en pandemia”. Es todo un desafío. Es ver la forma en que íbamos a llegar a los alumnos, pero por suerte desde la dirección de la escuela nos dieron total libertad para buscar la manera que a nosotros nos pareciera apropiada. Yo consideré que, dentro de mis escasos conocimientos, la forma más parecida a un aula era hacer estos videos-.
Las clases se dividen en unos cinco o seis videos diarios.
-Ellos me mandan audios o videos leyendo. Son clases dinámicas, no es que el chico recibe los videos y ya está. Hay un ida y vuelta. Al principio lo hacíamos con fotocopias. Dejábamos un juego de fotocopias en una librería y las familias iban a sacar las copias ahí o desde la escuela se lo llevaban a la casa si vivían lejos. Cuando vimos que iban a ser más de 15 días, que venía para largo, nos dijeron que cada uno busque su forma de seguir. La mayoría no teníamos ni idea de Zoom, ni de Meet ni nada de todas esas aplicaciones-.
Antes de las vacaciones de invierno los alumnos empezaron a mostrar desinterés en las clases virtuales y la falta de motivación de las familias se vio reflejada en una falta de acompañamiento a la hora de encarar las tareas.
– Los alumnos estaban cansados, las familias también. Hay que entender que las familias están trabajando y que muchas veces se tienen que llevar los celulares, así que los nenes no pueden usarlo hasta que sus padres no vuelven. De 27 alumnos que tengo, cuando arrancó la pandemia había 21 o 22 que trabajaban desde sus hogares en el mismo momento en que yo lo hacía. Después empezó a disminuir hasta quedar solo 11 o 12.
Cuando pasaron las vacaciones, costó que se enganchen a las clases. Arrancaron seis o siete y tuve que empezar a mandar mensajes a la clase. Esto es comunicarse permanentemente con la familia y, si no están de ánimo, tratar de hacer videollamada para ver si puedo engancharlos de nuevo a la clase-.
La docencia en pandemia ha sido un gran desafío, incluso para personas como Claudia, quien lleva más de dos décadas ejerciendo y que por años se ha enfrentado a todas las dificultades que implica el haber sido maestra rural en escuelas del partido de San Cayetano y de Necochea, atravesando caminos intransitables por el barro y hasta yendo a buscar a sus propios alumnos para que puedan ir a la escuela porque las familias no tenían movilidad propia.
Por ahora, la cuarentena continúa y la vuelta a clases no parece ser un tema que se vaya a debatir en el corto plazo, así que seguirá habiendo docentes que le pongan el pecho a esta situación atípica, buscando, como Claudia, incentivar a los chicos de la manera que mejor les salga. Dejando todo en la cancha, a pesar de que el segundo tiempo haya terminado hace rato.///