La historia de Hanna: de ser maltratada en Necochea a convertirse en una gran detectora de drogas
Recibió entrenamiento y trabajó para la Aduana hasta que se "jubiló". Hoy, con más de diez años, disfruta la vida junto a Daniela, su dueña e instructora
Por Ian Larsen - Redacción
La historia de Hanna es de película. Ella es una perrita que pasó de ser maltratada en Necochea, a ser rescatada por una persona que sería el puente para encontrar la felicidad y su manera de contribuir a un mundo mejor.
Hanna sufría maltrato en la casa donde estaba, en Necochea, hasta que un instructor de la Aduana fue alertado de esta situación por unos vecinos y la fue a rescatar.
El destino parecía estar escrito para el animal, porque ese instructor iba de camino al centro de entrenamiento de la Aduana, en Buenos Aires, y algo en su interior le dijo que era buena idea cargarla en su vehículo y llevarla con el.
Ya en el centro de entrenamiento, hace ya diez años, Hanna quedó a la espera de ver qué ocurriría.
Paralelamente, aparecía allí una joven Daniela Rossi, que es oriunda de Río Grande, Tierra del Fuego y se identifica como "aduanera por vocación y por amor", además de ser una gran cantante y jugadora de handball.
A Daniela le asignaron para su entrenamiento un perro, pero la relación entre ambos no funcionó. "Me dijeron que había una perrita que no estaba entrenada y que era un poquito agresiva porque había sufrido maltrato, pero que tenía todas las aptitudes", contó Daniela.
Así fue que comenzó el vínculo entre Daniela y Hanna, en Buenos Aires, ciudad que las encontró a ambas. Un vínculo de amor y compañerismo que duraría para el resto de la vida de la perrita.
Comenzaron juntas el entrenamiento, en la parte de obediencia, pero sobre todo debía aprender la parte de detectar sustancias ilícitas, donde Hanna se destacó por su gran olfato, resolviendo muchos casos y logrando la detención de muchos vendedores de drogas. Hanna fue entrenada puntualmente para detectar marihuana, cocaína, heroína y divisas.
Concluido el entrenamiento, el destino de ambas fue Iguazú, en Misiones. Transcurridos dos años, se radicaron en Posadas, donde viven hasta el día de hoy.
A los ocho años de Hanna, los veterinarios le detectaron dos hernias de disco, por lo que desde la Aduana se resolvió priorizar su salud y se le dio la baja sanitaria.
Así fue que después de una “carrera” de éxito, con muchos vendedores de droga sacados de las calles gracias a su accionar, Hanna tuvo su “jubilación”. Aunque todos los conocimientos aprendidos no los olvida.
"Ahora es mi mascota y yo soy su amorosa dueña. Todos los animales son inocentes. Si son malos es porque fueron malos con ellos", dijo Daniela, que trata a la canina como una integrante más de su familia.
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