Influencers locales: autenticidad, humor y comunidad en las redes
Creadores necochenses que hacen del contenido una forma de vida
ROCÍO MAGALÍ SÁNCHEZ
para Ecos Diarios
Las redes sociales se convirtieron hace tiempo en parte de la vida cotidiana. Lo que comenzó como un espacio para compartir fotos o pensamientos breves es hoy una plataforma donde nacen emprendimientos, se construyen comunidades y se abren nuevas formas de trabajo.
En Necochea, un grupo de creadores de contenido encontró en ese universo digital un canal para expresarse, conectar y, en muchos casos, generar oportunidades laborales. Desde el humor, un emprendimiento, pasando por los streamings en vivo, cada uno aporta su propio sello a un mundo que crece a pasos agigantados.
Contenido con autenticidad
“Creo que la gente me elige porque trato de conectar con el otro desde lo real”, expresó Daniela Teyseyre , una de las referentes locales, emprendedora desde su marca “Las Pecas” y creadora de contenido, que hace años combina su presencia en redes con su marca de accesorios. “Siempre muestro el detrás de escena de mi emprendimiento, lo bueno y lo malo, sin romantizar. Me gusta compartir el proceso, porque muchas de las personas que me siguen también son emprendedores, y si puedo ayudarles a que su camino sea un poco más fácil, mejor”.
Su historia resume la evolución de muchos creadores locales: comenzó compartiendo momentos cotidianos, sin estrategias de marketing ni objetivos comerciales. Con el tiempo, el crecimiento de su comunidad la llevó a recibir propuestas de marcas y emprendimientos que valoraban su naturalidad. “Empecé a notar que había una respuesta real del otro lado: cuando mostraba un producto, se agotaba; cuando recomendaba algo, la gente lo buscaba. Así entendí que lo que hacía también podía ser un trabajo”, contó. Aun así, prefiere no perder la espontaneidad que la caracteriza: “Elijo qué mostrar, con quién trabajar. No quiero que se transforme en una obligación, porque lo que más me gusta de esto es disfrutarlo”.
La idea de “ser influencer” no le resulta del todo cómoda. Prefiere pensarse como una referente o una voz cercana dentro de la comunidad. “No me gusta la palabra influencer, siento que tiene un poder enorme. Prefiero decir que soy alguien que recomienda cosas que realmente usa o le gustan. Si lo comparto, es porque me sirve o me hace feliz”.
Streamer con comunidad
Esa autenticidad también atraviesa el contenido de Sofía Patriarca, una streamer necochense que encontró en el formato en vivo un espacio de encuentro y pertenencia. “No creo que la gente me elija por seguirme o darme un like, señaló. “Los que realmente me eligen son los que están siempre en mis directos, en el chat, los que me piden que prenda stream incluso los días que no tengo ganas. Esa es la famosa comunidad que cada creador tiene”.
Desde su canal transmite reacciones, charlas y momentos de humor con desconocidos, en un tono espontáneo que lo volvió cada vez más visible. Sin embargo, conserva una mirada crítica sobre el fenómeno. “Hasta el día de hoy sigo dudando que mi contenido pueda ser mi trabajo. No vivo de esto, pero me lo tomo en serio. Es un proyecto personal que requiere constancia. A veces estoy en vivo cuatro o seis horas, y después saco contenido de ahí para editarlo. Lo hago porque me gusta, sin pensar demasiado”.
La relación con su audiencia está atravesada por la gratitud. “Cuando llega una suscripción o una donación, no me lo termino de creer. Hace poco alguien me donó una suma importante y estuve varios días procesándolo. Supongo que todos los que hacemos contenido pasamos por esa mezcla de sorpresa y emoción”.
Sobre la etiqueta de “influencer”, el streamer también se distancia. “Para mí, un influencer es alguien que intenta venderte algo, ya sea un producto o una forma de pensar. Yo no me siento así. Subo cosas reales, sin fingir que tengo la vida perfecta. Si quiero opinar sobre algo político o polémico, lo hago. No me interesa perder seguidores por eso. Prefiero ser honesta”.
El humor como camino
En el caso de Luis Carli, la comedia fue el puente entre su personalidad extrovertida y el público digital. “Creo que la gente me elige por mi forma de ser: amiguero, mandado, a veces un poco cara dura”, dice entre risas. “Soy muy empático, me gusta conectar con la gente, y de ahí nace el contenido. Trato de que sea lo más auténtico y realista posible”.
Carli comenzó haciendo videos por diversión, hasta que las redes empezaron a ofrecerle algo más. “Cuando emprendimientos locales me escribieron para hacer contenido juntos, entendí que esto podía tomarse con más seriedad. Después vinieron las monetizaciones de YouTube y Facebook, y eso cambió mi perspectiva. Igual me lo sigo tomando con soda, no me obsesiono”.
Su mirada sobre el rol del influencer se nutre de la experiencia. “Para mí ser influencer es lograr formar una comunidad que te apoya en lo que hacés. De ahí vienen los canjes y las oportunidades, pero también la posibilidad de usar esa visibilidad para ayudar. A veces las comunidades sirven para tender una mano cuando alguien lo necesita. Es una herramienta poderosa si se usa con conciencia”.
Tres historias distintas, un mismo escenario: las redes sociales como punto de encuentro, expresión y trabajo. En Necochea, los influencers locales no son figuras distantes ni marcas prefabricadas. Son vecinos, amigos, emprendedores y artistas que desde su autenticidad construyen audiencias fieles y contenido con identidad propia.
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