“Gracias a un naufragio, tengo una vida próspera y maravillosa”
Cintia Midón reconoció que su “experiencia de vida, puede llevar como título las palabras de Epicteto”, un filósofo griego, en referencia al desafío de criar un hijo autista.
“Básicamente, mi experiencia de vida y mi trabajo están estrechamente ligados. Soy mamá de dos jóvenes David de 20 años, quien está en etapa de estudios universitarios y Ramiro, de 23, un joven con autismo, que, como nos encanta describirlo con ternura, es un niño en un cuerpo gigante”.
De esta manera, Cintia Midón, mamá, acompañante terapéutico, psicóloga social y profesora de yoga, hizo su presentación para resumir el desafío que le planteó la vida y el camino que decidió enfrentar.
“Puedo decir hoy de ellos, que se están convirtiendo en grandes personas y eso me llena de profundo orgullo. David, fiel a sí mismo con dedicación hacia sus proyectos y Ramiro siendo, Peter Pan niño por siempre, derrochando alegría por donde vaya”, reconoció.
“De aquí la historia, de mi rol como mamá de un hijo con autismo, hace también a un desarrollo personal y en lo que es hoy mi ámbito profesional. Cuando mi hijo Ramiro estaba cerca de los 3 años fue diagnosticado con TGD (trastorno generalizado del desarrollo, autismo). Y ahí podría decir, que fue el inicio de mi vida”, añadió la mujer con mucho sentimiento.
Un hijo con discapacidad
“Cuando me refiero a un naufragio es por todo lo que sucede cuando te enteras que los signos y síntomas que pasa un hijo es por una discapacidad en su desarrollo. Todo, de repente, empieza a desbordarse, intentas entender y resolver en la mente, mientras todo colapsaba”, puntualizó.
Agregó que “mientras la vida sigue con sus formas, trabajo, deberes, demandas y cultura social, donde estas inmensa desde que naciste, tratas de resolver a la salida del consultorio que te anuncian el diagnóstico con una especie de nube mental”.
Con incertidumbre se preguntó en su momento: “¿Qué es autismo?, qué era eso? cómo lo adquirió, qué es lo que hicimos mal, que es lo que pasó? Así y todas las preguntas pasaban en mi cabeza, mientras lo demás, se tornaba un matiz borroso. El diagnostico de un hijo que está pasando por características en su desarrollo diferente a lo convencional”, recordó.
Cintia sostuvo que “no dormía porque mi hijo tampoco podía por alteraciones en el sueño, hiperactividad, pérdida del lenguaje adquirido, pérdida progresiva de habilidades sociales y motrices”.
Aseguró que “quería ayudarlo, porque era testigo de lo mal que lo estaba pasando, en cada crisis de tu bebé, una ola que impide toda oportunidad de ayudar y cuidarlo, para que no le suceda más y en ese momento uno hace lo que sea para no verlo sufrir. Todo parecía un derrumbe, donde a manotazos intentaba sostener, investigar, viajar a decenas de especialistas, cumplir con las terapias y, en el mientras tanto, gestaba a mi segundo hijo”.
Escasa información
Cintia Midón explicó que en ese entonces, no existía la información como hoy sobre la patología de su hijo. Había comenzado una vida adulta muy joven de edad que tuvo dos aristas, ser mamá a los 20, tenía en contra la madurez propia de los 20, y a favor, toda la energía para sostener momentos de tanta demanda.
“A razón de esto, la vida me mostró un camino que no me gustaba, pretendía lograr mi mayor sueño, acompañar a mis hijos en todo sus procesos y verlos felices, que sean como tengan que ser, pero plenos. Ese enorme deseo, cuando se trata del desafío de un niño con autismo, es una etapa muy dura. Me decidí a ir por ello con todas mis fuerzas. Y ahí emprendí mi tarea investigativa y de formación”, reconoció. ////
PERFIL
Ramiro se transformó en nadador de aguas abiertas
Frente al obstáculo que le planteó la vida, Cintia sostuvo que “ante todo, me dediqué a ver el mundo de mi hijo. Ahí las cosas comenzaron a cambiar. Todo lo que en su diagnóstico tenía un nombre con signo de autismo, me deshice de la idea de etiquetar sus características, me dediqué a ver su esencia y el niño en él, todo lo transformé en posibilidad”.
“Por ejemplo, la hiperactividad de no querer parar, correr todo el tiempo con desafíos de escaparse, hoy se transformó en disfrutar del running, en su obsesión por el agua y Ramiro, en la actualidad, es un nadador de aguas abiertas”, enumeró Midón.
Acotó que “la comida selectiva, las obsesiones y trastornos alimenticios, los trabajé desde un aspecto orgánico. Y tomé el camino de sanar aspectos de alimentación y plantear cuestiones orgánicas como la salud intestinal, algo que hoy es conocido y fácil de acceder, pero en ese entonces fue un arduo trabajo”.
Una nueva vida
Cintia recordó también que “lo primero que hice fue dejar de lado proyectos comerciales. Y me puse a estudiar. Hace 20 años, no era tan conocido el rol de acompañante terapéutico, yo necesitaba a alguien para que mi hijo pueda integrarse a las actividades sociales, la vida no va a dejar de ser vida y el camino único, era saber desarrollar habilidades sociales lo más pronto posible”.
Añadió que “la vida social se aprende viviéndola, además de tener una emoción interna de que Ramiro tenía mucho que aportar a la sociedad. Entonces, viajaba a Mar del Plata todas las semanas con un grupo de gente. Al mismo tiempo, estaba recibida y contaba con acompañantes terapéuticos para Ramiro. Además de un montón de terapias convencionales, mi hijo asiste a diversas actividades de deporte, arte, entre otras”.
Más capacitación
La mujer contó que siguió estudiando y capacitándose en áreas de la salud, con la intención de entender cada vez más cómo crear un sendero nuevo para Ramiro.
Más allá de las propuestas de la medicina y la salud mental, en ese entonces, pocas opciones daba.
“Me continué capacitando en áreas de biomedicina, que fue y es el pilar fundamental del tratamiento de mi hijo. Seguí estudiando trabajando y educando a dos hijos hermosos”, enfatizó.
Cintia se volcó al acompañamiento terapéutico, siguió con Psicología Social, operadoras en prevención de la salud mental socio comunitaria, que le dieron herramientas profesionales.
También terapeuta holística y profesorado de yoga, que le brindaron instrumentos para un estilo de vida equilibrado, con más ecuanimidad y dirección al disfrute de cada etapa.
La mujer es, además, entrenadora funcional y de musculación, que le posibilitó obtener mayores conocimientos en el área de la salud física. ////
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