En 1971 se producían 16.000 latas con sardinas por día
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Sólo en una de las plantas de procesamiento de pescados. La industria generaba gran cantidad de puestos de trabajo y aspiraba a seguir creciendo
“Necochea afirma muchas de sus posibilidades de desarrollo en la actividad industrial y en una radicación de importancia para la cual están dadas todas las condiciones”.
Con esa frase comienza un artículo publicado en Ecos Diarios el 2 de noviembre de 1971 y titulado “Industria en pleno desarrollo”. La nota hacía referencia a la pesca y señalaba que sólo una planta de la ciudad producía 16.000 latas por
día con sardinas en aceite.
La factoría en cuestión era la denominada Industria Pesquera Necochea, que se encontraba ubicada en la zona portuaria y elaboraba los productos “Gurí”.
Periodistas del diario realizaron una visita a la fábrica para conocer el trabajo que se realizaba allí. A pesar de que la pesca era por aquellos años generadora de cientos de empleos, el artículo remarcaba que se trababa de una “industria vapuleada, desatendida incluso”.
El gerente de la firma, Bernardino Veiga (h), acompañó a Ecos Diarios en una recorrida por las amplias instalaciones del establecimiento.
Desde la llegada del pescado a la planta elaboradora, se generaba una compleja etapa que abarcaba la limpieza, emparrillado para una leve cocción a vapor, aireación de tres horas como mínimo, esterilización, envasado a máquina y cerrado de las latas.
Luego, se pegaban las etiquetas y la mercadería quedaba lista para el mercado.
Todo el proceso era realizado por 74 personas, por lo que la planta era una significativa fuente de trabajo.
De acuerdo a la nota, sólo algunos meses esa cantidad de personal se reducía, pero en otras épocas era necesario sumar horas extras para dar normal salida a la producción.
Producción
La planta de Industria Pesquera Necochea producía diariamente 16.000 latas de sardinas en aceite. En los 15 días anteriores a la nota, había alcanzado el número de 216.000 latas.
Y se proyectaba que al finalizar la temporada de pesca, la cifra alcanzaría a 500.000 latas.
Por otra parte, en la planta se habían producido 52.000 kilos de mejillón cocinado sin envasar.
En cuanto a la caballa, las malas condiciones del tiempo habían dificultado las tareas de pesca, por lo que sólo se había elaborado un 20% del total previsto por la fábrica.
Ante el crecimiento que había tenido la empresa, existían planes de expansión con la adquisición de moderna maquinaria para trabajar con otras especialidades como Bonito, calamares y paté de sardinas y atún.
Demanda
El mercado más importante de los productos “Gurí” era el norte del país. Veiga indicaba que “debe hacerse esfuerzos en muchas ocasiones para complementar los pedidos que emanan de Córdoba, San Luis, Santa y el Chaco, entre otras provincias”.
También existía demanda en la región y en otras ciudades de la provincia, pero limitada a un consumo sólo discreto.
No obstante, detrás del buen momento que vivía la industria, también había incertidumbre y algunos problemas. “Los hay y bastante serios”, señalaba Veiga.
“Tenemos problemas en la entrega de la mercadería en la banquina, que pocas veces está acorde con la producción estimada de la fábrica. Muchos factores indicen para ello. El más importante, es la falta de créditos y apoyo para renovación de las embarcaciones, lo que permitiría mayor pesca y mejor tratamiento del pescado”, agregaba.
“Hace falta también una oficina de control en la zona portuaria, ya prometida por autoridades nacionales y el Mercado de Concentración”, indicaba Veiga. “Actualmente los precios que rigen son los fijados por Mar del Plata. Deben establecerse normas para que cada puerto fije los precios, para evitar esa dependencia”.
El gerente de la empresa también señalaba que “la industria afín a la pesca deberá verse en algún momento beneficiada”.
E indicaba que existían una serie de circunstancias adversas que no había sido posible desterrar, “porque estamos librados a un trato personal con los pescadores, sin normas establecidas y con cambiantes disposiciones surgidas de apreciaciones particulares”. Se impone un ordenamiento que debe llegar, para facilitar la mayor explotación de la pesca y mejorar el desenvolvimiento de las industrias”.
Años más tarde, la industria pesquera llegó a su punto más alto y ya a principios de los 80 se podía ver en el sector una decadencia que se agravó hasta la casi desaparición de las procesadoras de pescado. En la actualidad sólo sobrevive la cooperativa Engraucoop en Quequén.///