El receso invernal, impone una reorganización familiar
Barajar y dar de nuevo en la dinámica diaria necochense
Con la llegada del receso invernal, muchas familias de Necochea enfrentan una problemática poco visibilizada: la falta de espacios adecuados donde niños y niñas puedan permanecer mientras sus madres, padres o tutores trabajan. En hogares donde ambos adultos tienen ocupaciones fuera del hogar, o en familias monoparentales, el desafío se intensifica y deja al descubierto una realidad sin respuestas estructurales.
Durante el ciclo lectivo, las rutinas están organizadas en torno a los horarios escolares. Pero en vacaciones de invierno esa estructura desaparece, generando un vacío difícil de cubrir. En la ciudad, no existen suficientes propuestas privadas que ofrezcan jornadas de cuidado o recreación con una duración mínima de cuatro horas. Las pocas opciones disponibles son costosas o muy acotadas en horario y frecuencia.
Los espacios públicos –centros culturales, museos, bibliotecas– organizan algunas actividades, pero no están pensados como lugares de permanencia prolongada, sino como propuestas puntuales. La inexistencia de colonias de invierno con formato extendido –como sí ocurre en verano– representa una deuda tanto del sector público como del privado.
Muchos hogares solían resolver esta situación con ayuda de los abuelos. Sin embargo, ese recurso también se ha debilitado: varios adultos mayores no están aún jubilados y continúan trabajando, mientras que otros que ya lo están deben seguir en actividad laboral por razones económicas. Esto limita su disponibilidad para el cuidado de los nietos, una función que históricamente han desempeñado de manera central.
“Trabajo en atención al público y mi marido también. No podemos tomarnos vacaciones juntos y no tenemos con quién dejar a nuestros hijos. Es una preocupación constante cada julio”, cuenta María, vecina del barrio Norte y madre de dos chicos en edad escolar. Casos similares se repiten en distintos barrios de Necochea.
Ante la falta de alternativas, muchas familias recurren a redes informales: vecinos, conocidos o incluso dejar a los chicos solos durante varias horas. Todo esto ocurre sin garantías de seguridad ni acompañamiento emocional.
La problemática refleja una necesidad estructural: políticas públicas que reconozcan y acompañen la vida familiar en sus distintas configuraciones, especialmente en épocas donde la escuela –principal soporte diario– se interrumpe. Iniciativas como talleres municipales con horarios extendidos, convenios con instituciones culturales o deportivas, o subsidios para propuestas privadas podrían aliviar una carga que hoy recae, casi por completo, sobre las familias.
Mientras tanto, para muchas madres y padres necochenses, el receso invernal dista de ser un momento de descanso: se vive como una carrera diaria por sostener, organizar y resolver.
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