El puente que no fue y los restos del muelle más visitado
En un sector del río existen las bases de lo que sería el primer puente urbano-carretero. La historia del espigón playero
RAÚL JÁUREGUI
Redacción
Entre las estructuras abandonadas de obras que beneficiarían a la ciudad y nunca se finalizaron, hay dos con historias particulares: la del primer puente urbano-carretero en un lugar estratégico del río Quequén; y el muelle de pescadores en la playa necochense.
El recuerdo de ambas construcciones formó parte de la columna histórica con temas locales, que cada miércoles forma parte del programa “Desde temprano”, por Ecos Radio.
En el primer caso se hizo referencia a las enormes estructuras de hormigón ubicadas en cada orilla y en medio del río Quequén, a la altura del Club Náutico en calle 38 en suelo necochense y unos 200 metros antes de la loma de Gil, en avenida 519, del lado de Quequén
Allí, a partir de 1911 y con el fin de remplazar al servicio de balsas para cruzar el río que existía por entonces y dar respuesta a una creciente población, se encaró la construcción del primer puente urbano carretero de la ciudad.
Tengamos en cuenta que por entonces solo existía el puente de Las Cascadas, pero ubicado a más de 10 kilómetros del casco urbano y el Colgante recién se construiría entre 1926 y 1928.
Impulsado por una comisión y con un proyecto del senador Carranza Mármol, luego de tres licitaciones anuladas, la obra se adjudicó a la empresa Bustos- Morón y Zarzewski, consistiendo en un proyecto de puente de 130 metros de luz, por un monto de 222.395 pesos moneda nacional de ese tiempo.
Consideremos que los vehículos a motor eran muy pocos, ya que la producción masiva en el país empezaría con la marca Ford en 1917.
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El golpe de la naturaleza
Pese a que el proyecto que comenzara en 1911 tenía una impronta alemana y se esperaban elementos de ese país europeo, en 1914 Alemania ingresaría a la Primera Guerra Mundial y eso quedaría en promesa.
De todas maneras, la naturaleza dio el mazazo final a los pilares que se había construido y evidentemente ni tenían la altura acertada. Una fuerte crecida en febrero de 1915 destruyó el puente de Las Cascadas y en el caso de este puente que estaba en construcción, el notable caudal de agua que buscaba desembocar en el océano Atlántico demostró que la cota (es decir la altura), no era la acertada, sumándose los problemas surgidos de los estudios de suelo para proceder a fundar las bases.
De esta manera el intento de hacer este tipo de puente en ese lugar quedaría frustrado. Trece años después esa obra majestuosa que es el Colgante, daría la repuestas esperadas.
Proyecto de puente peatonal
En la continuidad de la columna se mencionó al arquitecto e historiador Jorge Freitas, quien recordó que en 2005 un grupo de profesionales presentó al municipio un proyecto para construir en este lugar y utilizando esas bases abandonadas, un puente peatonal y para motos y bicicletas, que por su ubicación desahogaría el paso por los puentes Dardo Rocha y Colgante, brindando mayor seguridad a caminantes, ciclistas y motociclistas
El muelle de pescadores
Además del frustrado puente se dialogó sobre una estructura, también abandonada, que tiene una interesante historia: el muelle de los pescadores de la playa de Necochea, ubicado en inmediaciones del parador Karamawi y un sector que hace muchos años se conocía con el nombre de Zanjón del perro.
Su construcción se gestó en los últimos días de febrero de 1970, cuando el intendente Alberto Percario anunció, tras una serie de gestiones con la Asesoría Gobierno de la Provincia, la firma de un convenio para la construcción de un muelle de pesca con una inversión de $ 40.000.000. La construcción se internaría 120 metros en el mar y contaría con escalera de acceso; y una confitería y baños públicos en su parte superior.
La obra, que fue adjudicada a la empresa constructora Córdoba Iramain Construcciones Civiles de Mar del Plata se puso en marcha a principios de diciembre de ese año.
Pero años más tarde, el muelle estaba sin terminar y la obra quedaba inconclusa después de una larga historia de indefiniciones. De hecho se detuvo para siempre cuando restaba construir unos 30 metros más de muelle mar adentro, por el no envío de fondos desde la Provincia.
Atracción a pesar de todo
Sin la concreción de la confitería, el muelle de los pescadores tuvo escalera que hizo construir el municipio a principios de los 80, y como los laterales de su parte superior contaba con barandas de hierro, no pocos iban a pescar al lugar, aunque según decían los expertos nunca había buen pique en el sector.
El paso del tiempo, la erosión del clima marino y la falta de mantenimiento fueron destruyendo el muelle. Se perdieron varias de esas barandas y el óxido fue ganando la estructura y sus columnas, a punto de empezar a verse sus hierros interiores.
Subir comenzó a tornarse peligroso y el municipio tomó en 2004 la determinación de demoler la escalera de acceso.
Más de una vez, sobre todo durante el gobierno de Daniel Molina se pensó en reacondicionar el muelle, pero se descartó por la alta inversión que demandaba.
En el final se recordó que el 28 de diciembre de 2019 se derrumbó parte de la losa del muelle y por fortuna no hubo víctimas.
Dos días después, el municipio tomó la decisión de empezar a demolerlo para no correr más riesgos. Si bien se pensaba dar por tierra con toda la estructura, el costo económico era alto e hizo desistir de la idea.
Hoy no es más que un esqueleto de cemento con óxido, que solo inspira a sacarse alguna foto, filmar atardeceres o simplemente es el punto referencial para una caminata o trote.
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