El pueblo detenido en el tiempo que se impone como moda en estas vacaciones de invierno
En el sudoeste bonaerense, este rincón se destaca por su identidad rural, paisajes serenos, sabores criollos y rincones que conservan el espíritu de otra época.
Hay rincones del interior bonaerense donde el tiempo parece haberse detenido. Calles de tierra, árboles centenarios y construcciones que conservan su fisonomía original pintan una postal que remite a otras épocas. En estos lugares, la vida transcurre con calma, entre saludos vecinales, bicicletas que cruzan la plaza y el canto de los pájaros al atardecer.
Lejos del turismo masivo, algunas localidades de la provincia ofrecen una experiencia distinta: auténtica, silenciosa y cargada de historia. Son destinos ideales para desconectarse del ritmo acelerado de la ciudad y volver a lo esencial, con sabores criollos, paisajes abiertos y una hospitalidad que sigue intacta, como si nada hubiese cambiado en décadas.
Ubicado al sudoeste de Buenos Aires, Bellocq es un destino que gana popularidad como escapada rural. Con menos de mil habitantes, calles de tierra, arquitectura centenaria y producción de manzanilla, este pueblo ofrece una experiencia única. Patrimonio religioso, gastronomía criolla y actividades al aire libre completan una propuesta auténtica para desconectarse del ritmo urbano.
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En Puan, el gobierno de Axel Kicillof construyó el nuevo centro universitario, que cuenta con dos aulas dotadas de mobiliario y equipamiento tecnológico, baños adaptados y espacios para la administración. Allí se cursarán las diplomaturas en Tecnología Agropecuaria (Universidad Tecnológica Nacional) y en Producción Lechera (Universidad Nacional de Lomas de Zamora). El flamante espacio educativo es el número 37 que la Provincia puso en funcionamiento en distritos del interior bonaerense.
Bellocq, un rincón detenido en el tiempo que atrae con su autenticidad rural
El pueblo de Bellocq nació formalmente en 1912, gracias a la donación de tierras de María Larramendy de Bellocq para edificar espacios públicos. Sin embargo, su consolidación como localidad llegó en 1929 con la llegada del ramal Orense–Copetonas del ferrocarril y la creación de la estación “San Francisco de Bellocq”, hoy uno de los íconos visibles del trazado urbano.
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Patrimonio religioso de alto valor cultural
Uno de los principales atractivos de Bellocq es su iglesia Inmaculada Concepción, construida en 1914 con materiales importados de Francia. Con 16 vitrales realizados por el artista Henri Gesta de Toulouse y detalles arquitectónicos centenarios, esta iglesia sigue siendo un símbolo espiritual y cultural del pueblo.
A su lado, en lo que fue la residencia de monjes benedictinos, funciona hoy el Hospedaje San Benito. El lugar ofrece alojamiento con un ambiente de recogimiento, muebles originales y silencio que invita al descanso.
Sabores criollos y aroma a manzanilla
Con una población menor a mil habitantes, Bellocq vive del campo, la producción agrícola y, en los últimos años, de la cosecha de manzanilla. El aroma de esta planta medicinal se vuelve inconfundible al mediodía, marcando una identidad única que atrae tanto a turistas como a curiosos.
La gastronomía local combina tradición y sabor: empanadas caseras, asado, pastas, tartas de frutilla y el clásico lemon pie son parte del menú en patios y cantinas tradicionales.
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Rincones con memoria viva
El histórico Almacén de Ramos Generales Casa Chedrrese, fundado en 1917, es otro de los pilares patrimoniales del pueblo. Allí, las anécdotas de antaño aún se cuentan entre estanterías de madera, envases antiguos y recuerdos de un tiempo en que la confianza valía más que un pagaré.
Naturaleza y actividades al aire libre
Ubicado a 48 km de Tres Arroyos y a 20 km del mar, al norte de Claromecó, Bellocq es ideal para disfrutar de caminatas, paseos en bicicleta y noches estrelladas. Sus calles arenosas, diagonales arboladas y diseño ferroviario hacen del lugar una postal viva del interior bonaerense.
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Turismo rural en auge
La propuesta turística de Bellocq combina lo histórico con lo actual: alojamiento boutique, producción de manzanilla, museos, ferias y cicloturismo. La escuela funciona en la antigua estación de tren, y la vida se mueve al ritmo del campo, con siestas largas y vecinos que aún saludan al pasar.
Bellocq no solo es una escapada: es una experiencia que permite reconectar con lo esencial, valorar las raíces y redescubrir el encanto del tiempo lento.
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