El “jardín de infantes” de los tiburones bonaerenses: una investigación clave para conservar el equilibrio del Atlántico Sur
Un equipo argentino-uruguayo estudia las rutas migratorias de tiburones que habitan frente a nuestras costas. Buscan proteger especies esenciales para el ecosistema marino, cuya presencia también alcanza las aguas de Necochea y Quequén
Aunque pocas veces se los vea, los tiburones forman parte del ecosistema marino que rodea a Necochea y Quequén. En las mismas aguas donde pescadores artesanales lanzan sus redes o deportistas prueban suerte desde la escollera, conviven especies que cumplen un rol vital para la salud del mar.
Uno de esos protagonistas es el tiburón gatopardo, una especie nativa del Atlántico Sur que puede alcanzar los tres metros de largo y que, según investigadores, tiene parte de su ciclo de vida frente a las costas bonaerenses, desde Punta Rasa hasta Bahía San Blas.
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El doctor Andrés Jaureguizar, investigador de la CIC e integrante del grupo Ecosistemas Costeros del Sudoeste Bonaerense de la Universidad Provincial del Sudoeste, encabeza una campaña conjunta entre Argentina y Uruguay que busca conocer cómo viven, migran y se reproducen estas especies, para diseñar planes de conservación.
“El objetivo es identificar las áreas críticas dentro del Atlántico Sur y entender cómo se mueven los tiburones que llegan a nuestras costas”, explicó el investigador.
El “jardín de infantes” del Atlántico
El foco principal está puesto en el tiburón gatopardo, una especie ancestral que cuenta con siete branquias y que eligió un solo lugar del mundo para criar a sus crías: el Cabo San Antonio, en San Clemente del Tuyú. Allí, en aguas turbias y cargadas de alimento, los investigadores hallaron gran cantidad de recién nacidos, lo que les valió llamar a la zona “el jardín de infantes” de los tiburones del Atlántico Sur.
El equipo, con apoyo de la organización AquaMarina y la iniciativa Mar Azul Uruguayo, marca hembras adultas con dispositivos satelitales para seguir sus recorridos. Estos transmisores permiten registrar profundidad, temperatura y desplazamientos, datos que ayudan a entender sus rutas migratorias.
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Tiburones también frente a Necochea
Si bien los estudios más recientes se concentran en la costa norte bonaerense, los investigadores señalan que las mismas especies migran hacia el sur cuando el agua se calienta, por lo que es habitual que ejemplares pasen frente a Necochea y Quequén.
“Prefieren temperaturas entre 16 y 17 grados, así que durante el verano suelen moverse hacia zonas más frías, y en invierno regresan al norte”, indicó Jaureguizar.
Por eso, los pescadores locales —tanto deportivos como artesanales— cumplen un papel clave: muchas veces son los primeros en detectar su presencia o reportar capturas accidentales, información que resulta valiosa para los científicos.
“Estos animales no representan peligro para las personas, pero sí corren riesgo por malas prácticas de pesca. Mantenerlos mucho tiempo fuera del agua o manipularlos incorrectamente puede ser fatal”, advierte el investigador, quien remarca la importancia de devolverlos rápido y con cuidado cuando la ley exige su liberación.
Guardianes del equilibrio marino
Además del tiburón gatopardo, la investigación abarca otras especies que también nadan frente a nuestras costas, como el escalandrún, el bacota y el cazón. Todas cumplen una función ecológica esencial: mantener el equilibrio entre las poblaciones de peces y otros organismos.
Cuando estos grandes depredadores desaparecen, el ecosistema se desequilibra. “Son especies de crecimiento lento y con pocas crías. Si no se las protege, su recuperación puede llevar décadas”, explica Jaureguizar.
El equipo también estudia al pez guitarra, otra especie amenazada que remueve el fondo marino y permite que otros animales se alimenten: “Es como un rastrillo natural que mantiene el hábitat en equilibrio”, resume.
Desafíos y futuro
El cambio climático y la falta de recursos para la investigación son dos de los grandes desafíos. El aumento de la temperatura del mar puede alterar las zonas de cría y las rutas migratorias de los tiburones.
Por eso, los investigadores impulsan una mayor cooperación regional y la ampliación de áreas marinas protegidas, algo que también podría beneficiar a los ecosistemas costeros que rodean a Necochea.
“El jardín de infantes que regula todo el ecosistema está acá, en nuestras aguas bonaerenses. Y su cuidado depende de todos”, concluye Jaureguizar.
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