El eterno sueño de hacer rock’n roll
Cuando recién entraba en la adolescencia se reveló y dejó de estudiar música porque no le enseñaban a tocar temas de los Beatles
Por Juan José Flores
Redacción
Después de meses de cuarentena, los músicos comienzan a volver al escenario. Para Alejandro Verón, es como una bocanada de aire puro. Desde que era chico él quería ser rockero.
“Tenía inquietudes musicales desde muy chiquito. Nuestros padres nos llevaban a los bailes. Ahí escuché por primera vez a los Escarabajos, que hacían temas de los Beatles”, dijo este músico apasionado que dedicó gran parte de su vida a la docencia.
Pero no se dedicó a enseñar música. Fue profesor de Historia, Geografía y Ciencias Sociales. La música para él estaba en otro lado, no dentro de un aula. Él creció y vivió en Juan N. Fernández hasta los 23 años. Sus padres lo mandaron a estudiar con los profesores del Conservatorio Musical Buenos Aires, que viajaban al pueblo a dar clases.
Alejandro tuvo como profesor al destacado bandoneonista Orlando Dibelo. “Estudié con él de los 10 hasta los 13, pero después dejé, porque yo quería tocar rock’n roll, temas de los Beatles”, explicó. No obstante, aquellas clases le permitieron aprender los conceptos básicos de armonía, teoría y solfeo.
La rebeldía rockera de la adolescencia coincidió con la aparición de un personaje que deslumbró a Alejandro. Conoció a un chico cuyo padre había sido miembro de una banda de proyección nacional en los años ‘60: Los In.
El bajista Freddy Meijboom se casó con una chica de Juan N. Fernández y se fue a vivir al pueblo. Alejandro no tardó en ser más amigo de Freddy que de su hijo.
Los In eran una banda que hacía rock en inglés y que tenía entre sus miembros a Francis Smith, el creador de Los Angeles de Smith. Freddy fue el bajista de aquella agrupación y también una gran influencia para Alejandro.
Lejos de la música
A los 20 años, Alejandro tenía bajo y guitarra y un grupo de adolescentes del pueblo le propuso integrar una banda. Así nacieron Los Secuaces de Ramón Gorila, un grupo todavía vigente, pero ahora radicado en Tandil.
Sin embargo, Verón debió elegir entre la música y terminar sus estudios y a principios de los 90, cuando nació su primera hija, se radicó con su familia en Necochea.
Por más de dos décadas, la música pasó a un segundo plano. Alejandro se dedicó a la docencia, fue profesor de Geografía, Ciencias Sociales e Historia.
Se juntaba a tocar con amigos y con algunos músicos conocidos, pero la docencia estaba primero.
Eso fue así hasta que su segundo hijo, Brian, comenzó a estudiar batería. Entonces los dos comenzaron a tocar juntos y con Ezequiel, un guitarrista tan joven como talentoso, dieron forma a Black Soul, una banda todavía vigente.
Aquello fue el empujón que Alejandro necesitaba para volver a dedicarle cada vez más tiempo a la música. Con otros músicos, la mayoría de ellos muy jóvenes, tocó en bandas como La 5ª, formada por chicos de Quequén que hacían temas de Guns’n Roses.
Con Black Soul también surgieron varios temas propios, que sin embargo no fueron interpretados en conciertos del grupo. Alejandro sí los tocó con otras bandas como Marsupiales o Mercado Negro.
En 2012, cuando Brian se fue a estudiar, Black Soul pareció terminarse pero la sigue vivo y resurge cada vez que padre e hijo logran juntarse a tocar.
Volver a la esencia
Hace tres años, surgió Dr. Vinilo, una de las bandas locales más populares de los últimos tiempos.
Formada por Verón y Carlos Varosio, uno de los músicos de mayor trayectoria del rock local, la banda se dedica a realizar covers. Tiene como coristas a Flor y María Victoria Pinzone.
“Las bandas se han tenido que ir aggiornando”, explicó Alejandro, respecto a esta banda que no tiene baterista ni tecladista.
Hace poco volvieron al escenario, tras un largo impasse por la cuarentena. “La música me hace sentir vivo”, dijo Verón.
Alejandro tiene cuatro hijos y está jubilado. Por ello, explicó, “puedo dedicarle tiempo a la música”.
“Tocar con mi hijo es una gran satisfacción”, dijo Alejandro, que ahora puede disfrutar de la música como cuando en la adolescencia, en Juan N. Fernández, soñaba con tocar rock’n roll.///