El día que Ecos entrevistó a el“dios”
Cuatro décadas pasaron de la entrevista de Ecos a Maradona en Mar Del Plata
Maradona, siempre Maradona. Tema inagotable, fuente de admiración, idolatrías, amores, marchas y contra marchas, contradicciones, un personaje que como nadie encarna la “argentinidad al palo”, tal como canta la Bersuit y de la mano con Diego, siempre va acompañada la terminología de “dios”. La “mano de dios”, para evocar el primer gol ante Inglaterra por los cuartos de final del Mundial de México, que se convirtió en un hit para la posteridad y se hizo canción con la creación de Rodrigo, la “obra de dios”, para hablar del segundo gol ante Inglaterra en la jugada de todos los tiempos, “Qué es dios”, cantan Pastillas del Abuelo, en una de las más bellas canciones que se hicieron sobre “Pelusa”, y alguna vez Jorge Valdano señaló sobre Diego “es lo más parecido a dios, jugando al fútbol”.
De ahí surge el título para recordar, la entrevista que hace 40 años le hizo nuestro matutino a Diego Armando Maradona.
Más precisamente el 4 de marzo de 1982 en la Villa Marista de Mar Del Plata, donde la selección nacional dirigida por César Luis Menotti se preparaba para defender en el Mundial de España, el título conseguido en Argentina 1978. Un certamen ecuménico, donde además el de Villa Fiorito estaba sindicado para ser la gran figura de la cita española, luego de conseguir en Japón el Mundial Juvenil con la “Albiceleste”. Además sería una oportunidad especial para el “emperador”, de tomarse revancha tras quedar afuera de la lista definitiva del Mundial de Argentina.
Pero volvamos a marzo de 1982. Era un Diego fresco, joven aunque ya consagrado luego de sus cinco años brillantes en Argentinos Juniors, donde fue cuatro años seguido goleador del campeonato de primera división en jornadas inolvidables como cuando le convirtió cuatro tantos a Gatti en el Metropolitano de 1980, en la victoria del “Bicho de La Paternal” por 5-3 sobre Boca en el Amalfitani de Vélez, en una tarde soñada.
Aquel joven que ya había conocido a Pelé en 1979, entregaba conceptos muy claros en la concentración del combinado argentino, además resaltando la capacidad de liderazgo de otros compañeros, que habían sido fundamentales de cara a la obtención del mundial de Argentina.
Consultado por nuestro diario sobre si le era una carga extra, que la afición argentina depositara en él todas las expectativas para que sea la figura del Mundial, el hijo de Tota y Chitoro indicaba que “Para nada me siento una estrella. Me siento un jugador más y sé que si Passarella (Daniel), Fillol (Ubaldo Matildo) o Gallego (Américo Rubén), necesitan algo de Maradona (un rasgo de aquel entonces, del astro argentino eso de hablar en tercera persona), ahí estará. No me considero para nada una figura”.
La selección fue un amor correspondido para Maradona, quien siempre y bajo cualquier circunstancia dejó la piel para defender la divisa argentina, tanto adentro como fuera de un campo de juego. Algo que también resulta visible en la nota de marzo de 1982.
Luego de que se le preguntara, por quien iba a llevar la camiseta 10 de la selección en España, si Mario Alberto Kempes, la estrella del Mundial de 1978 o él, respondió como años más tarde nos tendría acostumbrados: “el que decida César (Menotti), yo soy un jugador más”, sentenció quien por ese entonces, era representado por su primer agente, Jorge Cysterpiller con quien como alguna vez dijo el colega y jefe de prensa, del más grande de todos los tiempos, formaron una sociedad indestructible.
Las ansias de quien luego vistió las camisetas de Sevilla y Newells, eran notorias y en el momento en que se le interrogó, por si prefería jugar más de punta o retrasado, reflexionó: “que Menotti, me ponga donde quiera. De tres, de cuatro, de seis, de veinte de lo que quiera el técnico”.
Aquel Maradona, venía de ser campeón con Boca en el Metropolitano de 1981, su único título en el fútbol mayor de nuestro país, donde descolló con aquel conjunto Xeneize dirigido por Silvio Marzolini, formando una sociedad inolvidable con Miguel Ángel Brindisi y celebrando golazos como por ejemplo el tercero que le marcó a River Plate, la noche del 10 de abril de 1981, en la cual los de la ribera golearon al eterno rival por 3-0 y el último tanto fue suyo, tras despatarrar a Fillol, en un año también donde para pagarle el sueldo y el contrato a quien ya era el mejor jugador del mundo, Boca paseó por todo el mundo con la nueva sensación del fútbol mundial. El idilio entre Diego y Boca, también fue vínculo inquebrantable, es por eso que si bien la venta a Barcelona para después del Mundial de España era un secreto a voces y estaba casi cerrada, el sueño suyo era seguir un año más en Argentina y sobre el tema sostenía que: “Boca todavía puede dar el gran golpe. Es decir, ir en contra de todos, porque aparentemente piensan que Boca no puede retener a Maradona y se tiene que ir indefectiblemente del país al Barcelona. Eso no lo puede afirmar nadie. Ni Maradona, ni los dirigentes de Barcelona, ni nadie. Yo en este momento, soy jugador de Boca y ojalá pueda seguir siéndolo toda mi vida”, concluyó Diego Armando Maradona, antes de despedirse de nuestros cronistas y volver a la concentración en la Villa Marista de Mar Del Plata.
Un lugar que había funcionado como el bunker del nacional, previo a la obtención del Mundial de Argentina.
Sin embargo, las cosas no marcharon de la mejor manera, luego de esa larga estadía en Mar Del Plata, durante la cita ecuménica de España 82. La derrota en el partido inaugural contra Bélgica por 1-0 y las caídas en la segunda fase por 2-1 ante Italia (futuro campeón del mundo dirigido por Enzo Bearzot) y por 3-1 frente al Brasil de Zico, Sócrates, Toninho Cerezo, Junior, Falcao y compañía, sentenciaron la suerte de un equipo argentino gastado, lejos de la cresta de la ola y al que Menotti no supo encontrarle respuestas colectivas, tácticas e individuales, cuando contaba con un plantel que en nombres a priori tenía más elementos que en 1978, porque a la base de los campeones del mundo se le sumaron: Maradona, Ramón Díaz, Juan Barbas, Gabriel Calderón y Jorge Valdano.
Ese transito confuso de la selección, en un clima además enrarecido por la derrota en la Guerra de Malvinas, arrastró a Diego Maradona a un calvario, que terminó con la expulsión en el partido frente a Brasil, luego de un planchazo a Batista para cerrar un mundial olvidable.
Sin embargo Ecos Diarios, se dio el lujo de entrevistar a Maradona en vísperas de España 1982 y de conocer parte de su intimidad.
Posteriormente Diego, se reivindicaría. Alcanzaría el estatus de mito con la obtención del Mundial de México, el subcampeonato del mundo en Italia, donde jugó todo el torneo con un tobillo que parecía un pomelo, se convirtió en Rey de Nápoles e ingresó lamentablemente en un camino de adicciones. Asimismo en la previa de otro Mundial como el de Estados Unidos 1994, Ecos Diarios tuvo la posibilidad de volver entrevistar a alguien a quien se extraña tanto. Pero eso es otra historia.