El Centro Vasco, uno de los emblemas que tiene la ciudad
La institución es una de las más fuertes en cuanto al sostenimiento de sus culturas
Pocas instituciones tienen una raíz tan fuerte entre sus descendientes, y que a su vez esté tan arraigada con su pueblo como es el Centro Vasco Argentino Euzko Etxea de Necochea. Desde su aporte a la cultura y su apertura a toda la sociedad, hacen que cientos de necochenses y quequenenses se sumen a esta colectividad, aún sin tener lazos sanguíneos, ni ningún tipo de ADN. “Lo que más importa es el sentido de pertenencia que pueda tener una persona, en este caso con la cultura que tiene nuestro centro”. Así lo manifestó Cristina Zubillaga, actual presidenta de la entidad.
Los inicios del Centro Vasco se remontan a 1913. Ese año, por iniciativa de un comerciante y estanciero de la zona, Tomás Bilbao, se fundó la "Sociedad Euskadi", primera entidad vasca de la ciudad. Según cuentan años más tarde cambió su nombre por "Euskal Echea", para no provocar la exclusión de los vascos continentales.
El 15 de abril de 1945, finalmente, se constituyó el Centro Vasco Argentino Euzko Etxea y desde 1951 ocupa el mítico edificio de Avda. 58 esquina 65, construido sobre un terreno que la entidad adquirió inmediatamente después de su constitución.
La primera comisión directiva estuvo presidida por Cleto Gárate y Juan Bilbao, vicepresidente. Como secretario y prosecretario fueron elegidos Francisco Zubillaga Iturralde y Alfredo Bilbao, mientras que el tesorero fue Luis Muguerza, y el protesorero, Pedro Zabala Beitía. Por último los vocales fueron Pedro Arozarena, Ignacio Larraza, Leoncio Iriberri y Gregorio Zubillaga.
En la actualidad es “Kiti” Zubillaga la que está al frente del Centro Vasco, y la que contó cómo es el funcionamiento institucional del mismo. “Todos los años tenemos asambleas, donde tenemos renovación de autoridades por mitades. El mandato de los titulares es cada dos años, en cambio el de los suplentes es por un año”. La actual CD está conformada por 15 integrantes, aunque a la hora de hablar de participación, la comunidad vasca que participa es muchísimo mayor el número de personas que siempre dicen presente. “Cada vez que vamos a realizar algún tipo de evento terminamos siendo como 100 personas, porque la gente empieza a ofrecerse, y no nos tenemos que olvidar de llamarlas, ya que están esperando a ser convocadas. Por algo la casa está como está, porque siempre hay mucha gente trabajando".
Multiplicar es la tarea
El gran cantautor argentino, nacido en Rosario, Juan Carlos Baglietto inmortalizó una de sus frases de la canción “tratando de crecer”, que es “multiplicar es la tarea”. Esto que canta el rosarino es lo mismo que sienten muchos de los integrantes de la colectividad vasca, que la cultura debe ser transmitida de generación en generación, aunque haya que adaptarse en el cómo, en las formas. “Las cosas han ido cambiando, cuando yo era chica mi abuelo Gregorio, uno de los fundadores y miembro de la primera comisión directiva, fue quien me transmitió todo. Nosotros, los de nuestra época, fuimos de generación en generación, desde mis abuelos hasta pasando por mi padre. En el caso de mis hijos lo han adquirido de otra manera: Las redes sociales, las nuevas tecnologías, acceden a la información y educación de una manera muy distinta. Nuestros jóvenes, hoy, se vinculan con los chicos vascos por instagram, facebook, muy diferente a como se hacía antes”, comentó la popular “Kiti”.
A pesar de que las formas van cambiando, porque todo evoluciona y sobre todo la comunicación que es una herramienta elemental para transmitir la cultura, hay algo que siempre debe primar y es la de mantener viva esa llama en los más chicos. “Lo fundamental es dar lugar a la juventud a que proponga y haga cosas para que ese vínculo sea dinámico y se retroalimente. Esto lo hemos logrado por estar abierto a lo que ellos quisieran hacer, que esto quizás es lo que no se ha dado en otros lugares, porque cuando vos querés que la gente haga cosas, tenés que dar lugar. Ese es nuestro desafío y nos viene saliendo bastante bien”, afirmó Zubillaga.
Uno de los puntos importante se dio en que hubo una continuidad generacional, ya que no solo en la colectividad vasca sino en todas las instituciones pasaba exactamente lo mismo, ya que hace un tiempo los chicos dejaban la ciudad, con lo cual se generaba una brecha entre aquellos que arrancaban la juventud y los más grandes. “Necochea antes tenía una contra que era que los jóvenes que terminaban el secundario se iban a estudiar afuera, entonces se generaba un bache generacional que costaba llenar, pero afortunadamente al haber más opciones de carreras terciarias y universitarias, hoy más chicos se quedan en nuestra ciudad”, contó la presidenta del Centro Vasco en la actualidad.
La cultura el eje de todo
“Lo nuestro está fundamentado en todo lo que es cultural, en mantener las tradiciones, de enseñar el idioma vasco, de tener los cuerpos de baile, pero que no solo aprendan a bailar, sino también que aprendan de artesanía, gastronomía, de distintas cosas. Por eso seguimos alimentando la cultura vasca a nuestros chicos”, expresó una de las descendientes de los fundadores de la entidad.
Cuando se habla de transmitir no solamente en aquellos que tienen una afiliación o vínculo de sangre, sino que es en sentido amplio, ya que el Centro Vasco es un lugar abierto a la comunidad. Por eso por las tardes se puede ver un lindo movimiento que le da vida a esta institución a través de actividades deportivas y culturales, tales como el básquet, voley, cestoball, pelota pelota, pero además con el tradicional cuerpo de baile. “Nosotros queremos que nuestros representantes en las diferentes disciplinas compartan lo nuestro, pero sobre todo nuestros principios. Por suerte tenemos muchísimas disciplinas y todas ellas están representadas en la comisión directiva”, contó Cristina Zubillaga.
Uno de los grandes desafíos con los más jóvenes es que no se avergüencen de poder compartir sus raíces culturales, como por ejemplo el baile, con sus padres o abuelos.
“Nosotros trabajamos codo a codo entre todos, con los más jóvenes, entonces nos sucede que compartimos los bailes típicos donde se disfruta mucho, y nadie tiene vergüenza de sus padres o abuelos por verlos bailar, sino todo lo contrario. Por eso que aquellos que se encuentran estudiando en otras ciudades, cada vez que hay un evento como San Ignacio de Loyola y San Sebastián, quieren venir para reencontrarse con sus familias y compartir la tradición vasca”, exclamó totalmente orgullosa esta vasca de sangre, quien sigue orgullosa lo hecho por su abuelo y junto a sus pares de comisión directiva disfrutando y transmitiendo la cultura, pero también los valores y principios, de la colectividad vasca.///
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