“Después de lo que vi, dije, hay que hacer algo más”
Eduardo “Coco” Oderigo brindó una charla en el Instituto Humboldt
JUAN JOSÉ FLORES
Redacción
“Un amigo quería conocer una cárcel, lo acompañé y ahí, después de lo que vi, dije: que hay que hacer algo más”, afirmó Eduardo “Coco” Oderigo, creador de los Espartanos, quien brindó este miércoles una charla en el Instituto Humboldt.
Segundas oportunidades, valores, compromiso y trabajo son las herramientas con las que desde hace años la Fundación Espartanos trabaja para la reinserción social de personas detenidas a través del rugby.
El ambicioso proyecto de enseñar a jugar al rugby a los presos y a partir de allí brindarles una segunda oportunidad para su reinserción, nació en la unidad 48 de la cárcel de San Martín.
La iniciativa se ha expandido por todo el país y el extranjero, ayudando a personas privadas de su libertad a través del deporte, la formación en valores y la capacitación laboral.
Oderigo, creador de Espartanos estuvo este miércoles en Necochea y habló ante un importante marco de público de sus experiencias, desde la primera vez que fue a una cárcel de máxima seguridad y vio los rostros de los detenidos.
Además de la charla, también estuvo en el colegio y habló con los estudiantes sobre su experiencia y el trabajo que realiza Espartanos.
“Aparte del rugby, la fundación tiene una pata espiritual, educativa y otra de salida laboral”, señaló en diálogo con Ecos Diarios.
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Segundas oportunidades
“Estoy muy contento por la invitación y con ganas de hablar de segundas oportunidades, sobre todo. Estuve esta tarde en el colegio hablando un rato con los chicos. La verdad que muy contento estar por acá”, dijo Coco minutos antes del inicio de la charla.
La presencia de Oderigo en Necochea generó gran expectativa y el gimnasio del Instituto Humboldt estuvo colmado de público interesado en escuchar la charla.
Con la extrema sencillez que lo caracteriza, el ex rugbier y abogado inició la disertación recordando su paso por el poder judicial y como esto lo llevó por primera vez a una cárcel de máxima seguridad.
“Yo trabajé en el poder judicial durante 15 años, así que tenía trato con personas detenidas. Hice la carrera judicial y cuando dejé, un amigo que quería conocer una cárcel me pidió que lo acompañara”, afirmó.
Coco se resistió, pero finalmente un día aceptó acompañar a su amigo y esa visita le cambió la vida.
En aquella recorrida Oderigo vio la mirada de los detenidos y supo que muchos de ellos volverían a la calle convertidos en peores personas. “Hay que hacer algo”, pensó.
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“Y eso es lo que me llevó después a llevar el rugby ahí”. dijo Coco, que intentó reclutar sin éxito al amigo que lo había acompañado la primera vez para enseñar a jugar rugby en el penal.
Reclutó a uno de los jugadores más grandotes de su equipo con la esperanza de sentirse seguro.
Coco contó de forma divertida cómo conoció a Gordi, un presidiario que finalmente resultó ser uno de los detenidos más temidos de la Unidad 48 y como a partir de ese vínculo fue posible enseñar rugby en la cárcel y Espartanos se convirtió en una realidad.
“La fundación, aparte de enseñar a jugar rugby, tiene una pata espiritual, una educativa y otra de salida laboral”, explicó Coco, que ya lleva 16 años en este camino.
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