De Salta a Alaska en un Peugeot 405: la familia que eligió Necochea para sanar y volver a soñar
Tras la dolorosa pérdida de su hija de apenas 4 años, Sebastián y Josefina decidieron transformar el duelo en motor de vida
Después de vivir uno de los dolores más profundos que puede atravesar una familia, Sebastián Mendoza y Josefina Illesca encontraron en Necochea una pausa necesaria para recomenzar. Viajaron desde Salta con un sueño entre manos: recorrer América hasta Alaska, y Necochea fue una de sus primeras paradas, un lugar que los cobijó durante cuatro intensos meses.
“Hace cinco años nació nuestra hija y a los pocos meses le diagnosticaron una enfermedad terminal. Estuvo internada casi toda su vida. La acompañamos cada día en el hospital, hasta que falleció hace un año y medio. Fue el golpe más duro que vivimos”, relata Sebastián, todavía conmovido. “Nuestro sueño era tener un auto y salir a recorrer, cambiar la rutina. Queríamos salir del sistema”, cuenta.
El dolor, sin embargo, no apagó sus ganas de vivir. Poco tiempo después llegó un nuevo hijo, sano, y con él también renació la esperanza. Fue entonces cuando Sebastián y Josefina decidieron retomar ese viejo anhelo de viajar. Compraron un Peugeot 405 modelo ‘96, armaron todo lo necesario para hacerlo su hogar rodante y se lanzaron a la ruta con su bebé.
Así llegaron a Necochea. “Vinimos recorriendo muchas provincias y al llegar decidimos quedarnos un tiempo. Fueron cuatro meses en los que preparamos todo mejor, pero también atravesamos momentos difíciles. Hubo días en que no teníamos nada para comer y el frío se sentía fuerte. Pensamos en establecernos, pero no fue fácil conseguir trabajo. Igual, Necochea fue importante para nosotros: acá reafirmamos la decisión de seguir viajando, sin importar nada”, explican.
Sebastián, de familia circense, está acostumbrado a los caminos. “Soy el hijo del dueño de un circo. Desde chico viví viajando, conocí ciudades y países. Después formé mi propia familia, y ahora retomamos esa vida nómada, pero con otro sentido”, dice. Hoy trabaja como electricista, plomero, diseñador gráfico y publicista. Donde paran, ofrece sus servicios para mantenerse. Josefina, por su parte, vende artesanías y diseños propios.

Viajan los tres juntos, y aseguran que el pequeño de la familia disfruta el recorrido. “Lo cuidamos como cualquier padre. No pasamos frío, tenemos comida, y él es feliz. Calculamos todo para su bienestar. No es difícil si uno lo organiza con amor”, aseguran.
El destino final es Alaska, pero cada parada tiene su valor. Y Necochea, dicen, les dio algo más que una estación en el camino: fue un punto de inflexión. “Acá decidimos que no íbamos a esperar nada de nadie, que íbamos a seguir adelante con nuestro sueño, por nosotros y por nuestra hija”, cierran.
Una historia de pérdidas, amor, resiliencia y movimiento. Una familia que decidió que el viaje era la mejor forma de sanar.
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