Cuando se comprende a la solidaridad como un puente
Silvia Orofino es la impulsora de las colectas “Un litro de leche por mes. Necochea puede” que se realiza desde hace una década
Alejandra Fernández
Redacción
El compromiso social y el espíritu solidario de Silvia Orofino han permitido llevar una valiosa ayuda a numerosos merenderos, comedores y espacios de la ciudad que trabajan en beneficio de personas en situación de vulnerabilidad.
Cuando ha pasado más de una década que se reunieron en la Plaza de las Carretas, del Barrio Matadero con la consigna “1 Litro de leche por mes. Necochea puede”, junto a un grupo de colaboradores, sigue trabajando con la misma vitalidad y energía que el primer día.
Su nombre es asociado a este grupo que todos los meses arma su puesto para recibir las donaciones de los vecinos que se acercan aunque Silvia también integró la Asociación de Fomento Barrio Norte, donde vivió toda su vida; y se desempeñó como portera en la Escuela Argentino Danesa, donde se su jubiló hace unos cuatro años.
Precisamente, cuando comenzó a pensar en su retiro decidió planificar algunas actividades, “la idea de juntar leche la tomé de una página de Buenos Aires que se desparramó por toda la Argentina y, para empezar, lo único que tuve que buscar fue una plaza que me quedara cerca”, comentó.
De naturaleza inquieta, incursionó durante un tiempo en pintura y en los últimos años integra el grupo de teatro “A lo grande”, que coordina y dirige la profesora Leonela Laborde, “me enganché con cosas que no podía hacer mientras trabajaba”.
Nació y creció en el barrio Mataderos, vive en la casa que construyeron sus padres y tiene un fuerte sentido de pertenencia con el lugar y recordó que “cuando decidí hacer la primera colecta hablé con amigas y vecinas, algunos alumnos de la escuela me ayudaron a armar la página”.
Recuerdo
Al evocar aquellos primeros encuentros realizó una mención especial para Alba Harislur, integrante de la asociación barrial fallecida recientemente, que colaboró y fue una de las impulsoras de las colectas de leche.
Puede ser que algunas personas aún desconozcan de qué se trata esta iniciativa solidaria pero, la mayor parte de la gente, la tiene incorporada y colabora desinteresadamente. En marzo habían realizado la colecta y en el transcurso de la cuarentena siguieron recibiendo donaciones en los domicilios de las integrantes del grupo y luego eran entregadas a las instituciones en el domicilio de Silvia, siguiendo todos los protocolos vigentes.
En ese sentido, contó que “no dejan de asombrarme las cosas maravillosas que suceden porque siempre surge alguna iniciativa solidaria para ayudarnos. Han sido muchas en estos diez años pero la última fue asombrosa”, en referencia al desafío del cantante José Luis Rodríguez de reunir 1000 litros de leche que tuvo adhesión de gente de diversos puntos del país y del exterior, que superó todas las expectativas.
“Esa semana no podía creer la respuesta de la gente y todavía tengo en depósito 14 packs más para el mes de diciembre”.
En la actualidad llegan con este vital alimento a unos 36 merenderos y comedores de Necochea y Quequén, cuando en un comienzo ayudan a sólo cinco espacios locales.
Sumar
Afortunadamente este tipo de acciones, con un fin tan genuino, siempre suman nuevos colaboradores porque en el transcurso del año han ido cambiando los integrantes del grupo así como también se suman centros de acopio como la cooperativa de 59 y 70 o el comercio de ropa hindú de la Peatonal 83. Próximamente se realizará la Travesía de cuatriciclos, un evento solidario que reunirá leche para el grupo que coordina Silvia.
Orofino está casada, tiene tres hijos y a pesar que hace cuatro años que se jubiló se mantiene activa, la pandemia la mantuvo alejada de dos de sus hijos y nietos pero ya está más cerca el tiempo del reencuentro.
Entre sus múltiples actividades, Silvia tuvo peluquería pero en un momento que la familia tuvo algunas dificultades económicas se anotó por si había alguna vacante para portera en la Escuela Danesa. Grande fue su sorpresa cuando a los pocos días la llamaron para un remplazo que a poco de andar se convirtió en trabajo efectivo, “fui portera durante 25 años y cuatro meses”.
Cuando era niña tomó clases de dibujo y de adulta pudo incursionar en la pintura de la mano del profesor Pablo Benedini, en la Escuela Municipal de Artes y aunque no pudo continuar, ha participado de algunas muestras. Sin embargo, desde hace un par de años se incorporó a las clases teatro donde encontró con un cálido grupo de gente con el que han seguido produciendo virtualmente, a pesar del aislamiento social obligatorio.
Dando muestras de una gran vitalidad, su principal proyecto es seguir trabajando en la organización de las colectas, sumando voluntades para ayudar a los que menos tienen, algo que ha venido haciendo en los últimos diez años y de forma ininterrumpida.///