Cuando la región pertenecía a la comandancia de Monsalvo
Antes de 1830 el sudeste bonaerense estaba dividido en tres distritos. En 1825 el comandante mayor Eustaquio Díaz Vélez se convirtió en el dueño de las tierras donde se fundaría Necochea
JUAN JOSE FLORES
Redacción
Hace dos siglos, el mapa del sudeste bonaerense estaba dividido en las comandancias de Monsalvo, Tandil y Azul. La más extensa era la de Monsalvo, que tenía 60 leguas de costa y empezaba en el Rincón de Ajó para terminar en el Quequén Grande.
Partiendo de la línea divisoria al exterior del Salado, el avance de la frontera determinó las primeras solicitudes de terrenos de la Rinconada del Quequén.
Al revisar los legajos de la Escribanía Mayor de Gobierno del año 1825, existentes en el Archivo Histórico de la provincia, se encuentra el número 5, expediente Nº 167, que corresponde a la primera denuncia de terrenos hecha por el comandante mayor Eustaquio Díaz Vélez, dueño de la tierra donde casi 60 años más tarde de fundó la ciudad de Necochea.
Según el expediente, los terrenos en cuestión se encontraban “del otro lado del Río Quequén, de media legua de frente y otro tanto de fondo”.
En el número 27, expediente Nº 1257, a fojas 3, Díaz Vélez solicita convalidación de títulos y arrendamientos, en la misma zona del Río y en la Lobería.
En el año 1827, en el expediente cursado sobre la denuncia formulada por Calixto de la Oyuela y Benito Díaz, llama la atención que hayan sido concedidas al primero, y a Santiago Fuiguerelo y a Francisco Cabanyes, 32 leguas cuadradas en enfiteusis, entre el Quequén y la costa del mar.
Según la ley de 1826 la tierra podía renovarse y la cesión consistía en un predio rural o urbano mediante renta que se pagaba al cedente, quien conservaba el dominio directo.
Esta importante enfiteusis fue transferida en el año 1833 al general Díaz Vélez, quien se constituyó en uno de los primeros colonos del futuro partido de Necochea.
En la escritura citada, que consta de 50 folios, hay varias denuncias sobre la misma posesión, en el Rincón el Quequén, hechas simultáneamente por Elías Girado, José María Barzoa y Luis Esperón.
Este último expresó que se reconocía con mejor derecho en la denuncia, por cuanto la había hecho una hora antes que los nombrados, pero que era de su voluntad pasarles la acción que le correspondía.
Las tierras de Andreu
Otra no menos interesante es la denuncia que hace Jacinto Andreu, de tres leguas de frente y de cuatro de fondo en el Río Quequén Salado, a 5 leguas del mar, y que pide se le conceda la propiedad en enfiteusis.
Data del 27 de noviembre de 1827 y es curioso porque se establece también la hora en que fue presentada.
La ley “rivadaviana” dio lugar a muchos abusos, pues personas que no conocían el lugar se permitían solicitar campos sin intención de trabajarlos ni de poblarlos, sólo para lucrar con ellos, con la seguridad de venderlos más adelante a buen precio.
Uno de los primeros parcelamientos es el efectuado por el agrimensor Marcos Chiclana, que en el año 1834, en virtud de la comisión que se le confirió para ubicar las 32 leguas cuadradas en el Rincón del Quequén.
Chiclana expresó que tales leguas eran linderas al mar, al Quequén Grande y a terrenos denunciados por Joaquín Rivadavia.
Para cumplir con lo establecido en 1827, el gobierno dispuso que de tal superficie se deslindaran 18 leguas que se daría a Díaz Vélez, en compensación por otros terrenos que había adquirido en parajes distintos y de los cuales no tomó posesión.
Como vemos, las tierras que hoy forman Necochea, eran de Díaz Vélez. Ricas en ganado y muy aptas para la agricultura.
La hacienda de las estancias Díaz Vélez mantuvieron en la época de Rosas el llamado “negocio pacífico con los indios”, ya que se sacaban de ahí mensualmente 1.000 cabezas de ganado.
Siguiendo cronológicamente, en 1832, Angel Fulco obtuvo 12 leguas, y en 1834, Francisco Andújar y Marcelino Rodríguez con mensuras del citado Chiclana. Le siguen Antonio Francisco Sánchez con mensuras de Prat en 1845 y Petrona Galíndez en el mismo año.
Otros dueños
Posteriormente, los parcelamientos de campos y terrenos situados en el Rincón del Quequén y entre el Cristiano Muerto y la laguna Zabala, arroyo Mendoza y Cortaderas, correspondían a los vecinos Luis Defferrari en el año 1858 y a Ambrosio Molina Torras en 1848, las mensuras hechas en los campos de Victorio de la Canal y Rudecindo Funes, las de Nicolás Dasso, Narciso Domínguez y Mariano Pérez en 1958.
Los loteos de Santiago Larrosa y Claudio Mejía, con mensura del agrimensor Hausse, en 1861. Los campos de Juan N. Fernández y José E. Pérez. Los campos de Florencio Girado, Federico Tobal y Ramón Vitón, del mismo año; de Isidro F. Bergeire, que fue renovación de arriendo en Necochea y la enfiteusis por transferencia que le hacía Valerio Sánchez a Francisco José Boch en la margen de Cristiano Muerto.
Todos los pobladores de los predios, y en la estancia de Bergeire, don Angel I. Murga, fundador de Necochea, se inició en las tareas rurales y en la lucha contra el “anca”, indio alzado y rebelde, que hasta 1874 asolaba la provincia con sus malones devastadores.
Murga, por su coraje, fue nombrado por el gobierno comandante de Guardias Nacionales.
Otros pobladores fueron Mariano Vampa, Domingo Ezeiza, Felipe Brizuela, José Zubiaure, Rufino y Honorio de la Canal, Ventura Murga, Gervasio Arzac, Ireneo Anasagasti, Nicolás Anchorena, Juan Aguirre y Samuel Roselli.///
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