“Compliance”: Una herramienta para mejorar la transparencia y la confianza en las empresas
Este tipo de prácticas son muy recientes en el Mundo, y en nuestro país llegó desde el 2018. Buscan erradicar los delitos del sector privado con más controles internos.
Muchas empresas alrededor del mundo han incorporado programas de cumplimiento corporativo para garantizar que operan de manera ética y legal. El “compliance” nació como una herramienta para evitar la responsabilidad penal de las personas jurídicas. En los últimos años se ha ido extendiendo a la prevención general de incumplimientos legales en otras áreas de la actividad de las empresas, como la laboral, fiscal, de igualdad etc, evolucionando hacia un concepto integral del cumplimiento de la ley, y lo que es más importante, dando paso a una nueva cultura empresarial basada en la ética de los negocios.
El escándalo de Enron Corporation en 2001 o, el de WorldCom en 2002, en Estados Unidos -por citar ejemplos- constituyeron la bisagra de la cuestión.
Estas dos empresas quebraron a principios de siglo, dejando sin trabajo a 40.000 personas. Una ciudad entera, si analizas la cifra. Dos gigantes que facturaban más de 100 mil millones de dólares al año. Las quiebras se dieron porque todo había sido maquillado, se disfrazaban las pérdidas y se encubrían las deudas, todo esto con la complicidad con las auditorías más prestigiosas del mundo.
Luego de esto, miles de accionistas perdieron sus ahorros y sus directivos recibieron severas condenas por fraude. A partir de ello, el Congreso de Estados Unidos dictó nuevas y rigurosas reglamentaciones (la llamada ley SOX) para evitar fraudes y proteger al inversor, donde aparecen nuevas restricciones y obligaciones para las empresas donde se destacan la necesidad de los controles internos, la transparencia de la información financiera, la responsabilidad los empresarios y la independencia de los auditores.
A partir de acá, las empresas empezaron a preocuparse -y a ocuparse- por desarrollar e implementar programas de integridad para detectar, gestionar y mitigar todo tipo de riesgo de incumplimiento.
Estos programas, llamados de cumplimiento útiles, están generalmente integrados por Códigos de Ética (las conductas que las organizaciones esperan de las personas que se vinculan con ellas, sean directivos, empleados o terceros), líneas de denuncias (internas o externas) para recibir denuncias de fraude o corrupción (protegiendo a los denunciantes), acciones continus de capacitación, incorporación de oficiales de cumplimiento (el llamado compliance officer), políticas múltiples en la materia, etc.
“Es un tema característico del siglo XXI”, dice Julián D’Angelo, coordinador ejecutivo del Centro de Responsabilidad Social Empresaria de Económicas (UBA). “Hay que tener en cuenta que hasta 2004 el código fiscal alemán permitía descontar del pago de ganancias las coimas pagadas en países del tercer mundo, que eran asumidas como un costo del negocio”, ejemplifica. Y agrega: “menos del 10% de las empresas en el mundo tienen indicadores y reportes éticos".
El español Diego Cabezuela es socio director del despacho Círculo Legal, donde concentra su actividad principal en el Derecho Penal Empresarial, Societario y Concursal desde hace ya 25 años, dio su visión acerca de esto y dijo que “las empresas que salen a competir en estos mercados tienen que hacerlo, lógicamente, desde la más absoluta legalidad, pero a veces se encuentran con reglas del juego trucadas. Hay que formar bien a empleados y directivos y mantenerse atentos al buen estado de los controles y a la aparición de cualquier posible “red flag” (banderas rojas), que obligue a ponerse en guardia”.
El especialista en esta materia, y una de las personas más reconocidas en el Mundo, manifestó que “en España, la expansión del compliance se dio a partir de 2016 o 2017 y ha sido meteórica. En solo unos años se ha convertido no solo en un instrumento para evitar incumplimientos legales, penales o de otra índole, en las organizaciones, sino también en un considerable valor competitivo para las empresas. Las que tienen un buen sistema de compliance, transmiten confianza a sus clientes y a sus socios de negocio, y casi nadie quiere ya contratar con empresas desorganizadas. Al final, todo esto se traduce en ganar o perder contratos y, por lo tanto, tiene su reflejo en la cuenta de resultados”, describiendo que quien cumple con este tipo de normativas se suele posicionar mejor en el mercado.
Entre las grandes empresas que han comenzado a implementar el compliance están por ejemplo:
- Microsoft: La empresa tecnológica ha invertido en un sólido programa de cumplimiento para garantizar la integridad en sus operaciones y relaciones comerciales.
- Siemens: Después de un escándalo de corrupción en la década de 2000, Siemens reformó su enfoque en el cumplimiento y estableció un sistema de gestión de cumplimiento integral.
- Coca-Cola: La empresa de bebidas ha sido reconocida por sus prácticas de cumplimiento ético y su compromiso con la transparencia en sus operaciones.
- Johnson & Johnson: Esta empresa farmacéutica ha implementado sólidos programas de cumplimiento para garantizar la seguridad y calidad de sus productos, así como para promover una cultura ética en toda la organización.
Compliance en Argentina
Durante la primera década del siglo XXI, grandes compañías globales fueron investigadas y sancionadas por violaciones a este conjunto de normas, aplicándose en algunos casos multas de cientos de millones de dólares. En efecto, las costosas sanciones, sumado a la aparición de otras leyes similares en distintos países, impulsaron a que muchas empresas multinacionales adoptaran normas internas para prevenir estas prácticas. Esos incipientes programas de compliance trazaron los lineamientos por los cuales se desarrolló la actividad hasta nuestros días.
Si bien el Compliance, o la disciplina busca prevenir y detectar la corrupción en el ámbito empresarial (entre otros incumplimientos legales), cobró relevancia durante los últimos años en Argentina. Su origen, a nivel mundial, puede rastrearse en la década del `70 en EEUU, como resultado de la aprobación de una ley anti-corrupción que justamente penalizaba el soborno llevado adelante desde el ámbito corporativo.
Roberto Sorzana, abogado especialista en este tipo de prácticas, dio su mirada y contó que “en base a mis años de experiencia como Compliance Officer, puedo decir que hoy hay una conciencia bastante elevada en las grandes empresas locales de la necesidad de contar con este tipo de programas. Es importante recordar que la Ley 27.401 de Responsabilidad Penal Empresaria, que entró en vigencia en el año 2018, estableció como requisito obligatorio para ciertas contrataciones con el Estado el contar con programas de compliance o de Integridad, como los llama la norma. Esto le dio un fuerte impulso a la actividad en nuestro país.
Oficial de Cumplimiento y Perfil
El Oficial de Cumplimiento es un miembro integrante del órgano de administración de la persona jurídica que será el responsable del cumplimiento de las obligaciones de prevención de Lavado de Activos, Financiación del Terrorismo y Financiamiento de la Proliferación de Armas de Destrucción Masiva de esta persona jurídica ante la UIF.
La función del compliance officer es transversal a la organización: “Se encarga de concientizar, detectar, elevar y generar herramientas vinculadas con la cultura de la empresa. Como en nuestro país hay una cultura de corrupción, no se trata solamente de lo legal o de las mejores prácticas: se trata de cómo intervenir en la cultura”, detalló D’Angelo.
En la Argentina de a poco se van dando estos casos, y una de las empresas que ya lo implementó fue Seguros San Cristóbal quien creó un área de riesgos y luego un área específica de compliance. “Aunque compliance tiene mucho contenido de riesgo, se agregan elementos específicos, como la ética anticorrupción, la mirada legal, la prevención del fraude”, explica Eduardo Sangermano, ex CEO y actual director ejecutivo a cargo de Riesgos, Compliance y Auditoría.
“Alcanzar una cultura ética”
El necochense Pablo Aued es miembro de la Asociación Argentina de Ética y Compliance, y se capacitó hace un tiempo en este tema y explicó que “un modelo de compliance no es un objetivo en sí mismo, sino un instrumento para alcanzar determinados objetivos. Su finalidad es alcanzar una cultura ética y de cumplimiento con el compromiso de las normas, buscando minimizar sustantivamente el riesgo de incumplimientos en las empresas”, afirmó quien se especializó en la universidad Austral.
Para el abogado de Necochea en este nuevo mundo que siempre va cambiando y mutando, una acción u omisión del sector privado puede acarrear muchos problemas. “Existen empresas que, muchas de las cuales, han cultivado una reputación y un compromiso por años y por décadas, y que como tales, se han convertido en marcas valoradas por el público -sean clientes o no- y que, con un solo incumplimiento en su desempeño comercial u operativo (sea este en la materia que fuere: ambiental, privacidad de datos, defensa de la competencia, etc.), pueden hacer volar por los aires todos esos valores que las define y las precia como tales. De ahí la importancia de esta “nueva” disciplina, que hace poco tiempo, asoma entre nosotros”.///
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