Carreras con alma: el 60% de los jóvenes eligen lo humano
Lo humano no es un refugio frente a la tecnología, sino una apuesta estratégica para habitar con sentido una realidad cada vez más compleja
Por Horacio Llovet (*)
Colaboración
En un mundo donde la inteligencia artificial avanza a paso firme y las proyecciones laborales apuntan a un creciente reemplazo de tareas automatizables, la juventud argentina parece estar trazando un camino propio. Mientras el Foro Económico Mundial anticipa que para 2030 más del 70% de las profesiones incorporarán IA en sus procesos, y las consultoras globales proyectan un 30% de tareas automatizadas, en la Argentina, los estudiantes se inclinan por aquello que las máquinas no pueden replicar: lo humano.
Se trata de uno de los estudios vocacionales más amplios y recientes de América Latina —el 94% de los casos— revela que el 60% de los jóvenes argentinos muestra una afinidad vocacional por áreas humanistas y sociales. Este estudio, desarrollado por Nawaiam, una organización especializada en tecnología para la medición de comportamiento humano, utiliza herramientas digitales y modelos predictivos para trazar perfiles vocacionales con base científica, en apenas 15 minutos de análisis interactivo.
Lejos de lo que podría suponerse en un escenario marcado por la digitalización, la automatización y la demanda creciente de perfiles técnicos, los resultados muestran una clara preferencia por carreras como Comunicación, Psicología, Recursos Humanos, Trabajo Social y Educación. También destacan roles de gestión como la Dirección de Proyectos y la Organización de Eventos, todos atravesados por un fuerte componente de interacción interpersonal, empatía y habilidades blandas.
En ese sentido, Comunicación y Estrategia en Medios lidera las orientaciones con un 7,8%, seguido por Gestión del Talento Humano (5,6%) y Dirección y Gestión de Proyectos (4,6%). Psicología (3,9%), Desarrollo Social y Comunitario (2,6%), y Educación (1,2%) completan el mapa de afinidades predominantes. Aunque se trata de proyecciones y no de elecciones formales, el sesgo es elocuente: las nuevas generaciones priorizan el contacto humano por sobre la lógica algorítmica.
Este fenómeno no se circunscribe exclusivamente a un tipo de institución educativa. Si bien las escuelas privadas concentran un 73,6% de afinidades en áreas humanistas y sociales —con fuerte presencia de liderazgo, gestión y proyección internacional—, en el sector público también dominan estas áreas, aunque de forma más equilibrada: allí, el 40% de los estudiantes muestra interés por carreras humanistas, un 50% se orienta a otros rubros como tecnología o negocios, y el 10% restante se inclina por la salud, con destaque en enfermería y ciencias médicas.
Este hallazgo desarma ciertas creencias instaladas sobre las diferencias entre el sistema público y el privado en cuanto a las elecciones profesionales. Contrario a la idea de que los colegios privados forman perfiles técnicos y los públicos, perfiles sociales, el estudio sugiere que lo humano atraviesa ambos modelos, aunque con matices en su expresión: mayor concentración y visión internacional en el privado, mayor diversidad e integración con la economía local en el público.
Perfiles técnicos
En el 40% restante del universo relevado, también hay lugar para los perfiles técnicos. Las áreas STEM, creativas y de negocios muestran su presencia en orientación hacia Ingeniería Industrial, Matemáticas Aplicadas, Marketing Digital, Ciencia de Datos, Desarrollo de Software y Ciberseguridad. Sin embargo, la diferencia numérica frente a las carreras humanistas deja claro que la tecnología no logra desplazar, al menos aún, la vocación por lo social.
La Argentina, en particular, replica el patrón general observado en la región —60% humanista/social vs. 40% técnico/STEM—, pero con un énfasis aún más marcado en la tríada de Comunicación, Gestión del Talento y Psicología. Esta inclinación supera incluso el promedio latinoamericano del 52% en áreas sociales reportado por la Unesco, lo que sugiere que en nuestro país el valor de lo humano tiene una gravitación mayor en la toma de decisiones vocacionales.
La explicación no parece estar únicamente en una elección de gustos. Detrás de estas decisiones se revela una comprensión más profunda de las transformaciones del mundo del trabajo. A contramano del discurso dominante que empuja a los jóvenes hacia la programación o la ingeniería como sinónimos de futuro, ellos parecen entender que el verdadero diferencial no será competir con las máquinas, sino liderar aquello que las máquinas no pueden hacer: conectar, crear, acompañar, liderar.
La orientación profesional temprana, en este contexto, se vuelve clave. En un país donde solo 3 de cada 10 estudiantes termina la carrera que comienza —según datos del Ministerio de Educación—, detectar afinidades y talentos desde el inicio puede ser la diferencia entre perseverar o abandonar, entre crecer o frustrarse. Cambiar de carrera no solo implica un retraso académico: tiene un costo económico y emocional alto, en un sistema ya tensionado por desigualdades y falta de contención.
En un mundo que parece mirar al futuro a través de líneas de código y automatización, los jóvenes argentinos nos recuerdan que el porvenir también necesita alma. Lo humano no es un refugio frente a la tecnología, sino una apuesta estratégica para habitar con sentido una realidad cada vez más compleja. Formarlos en esa dirección, sin descuidar el desarrollo técnico, es quizás el mayor desafío de nuestra educación y de nuestro modelo productivo.
Porque si el futuro será híbrido —entre lo digital y lo humano—, apostar por carreras con alma no es quedarse atrás: es anticiparse con sensibilidad y visión.///
(*) Experto en recursos Humanos
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