Cambió el caballo por la guitarra
Ariel Pascualetti creció en el campo y en la adolescencia se convirtió en jinete. Hasta el año pasado participó en jineteadas por todo el país. Pero ya desde hacía un tiempo repartía su tiempo entre el vértigo de montar, el trabajo rural y su pasión por la payada
Por Juan José Flores
Redacción
Al paso que la cultura urbana parece arrasar con todo, la música folclórica parece haber ido quedando en los márgenes y sus cultores retrocedido ante el avasallante impulso de ritmos extranjeros, voces en inglés o en un español cargado de acentos caribeños y jerga callejera.
El folclore reina en los pueblos, pero ni siquiera allí hay muchos cultores de la música autóctona.
La música surera, propia de la pampa húmeda, esa que ya vivía en las páginas del Martín Fierro, tiene hoy pocos intérpretes en los pagos de Necochea y menos aún si se trata de payadores.
Al norte del distrito, en Juan N. Fernández, vive Ariel Pascualetti, un trabajador rural de 44 años que tiene la particularidad de reunir en su persona al jinete y al payador.
Hijo de una maestra necochense, Ariel se crió en el campo y a los 14 años decidió dejar sus estudios secundarios para trabajar como peón rural. A los 15 comenzó a montar en las jineteadas.
Fue precisamente como jinete que Ariel se hizo conocido en toda la región. Participó en jineteadas en toda la provincia de Buenos Aires, en Córdoba, Entre Ríos, La Pampa, Chubut y Santa Cruz. “El Calafate fue lo más al sur que llegué y también monté en El Prado de Montevideo”, explicó.
Si bien a Ariel no le gusta presumir de sus habilidades como jinete, a lo largo de su carrera de 28 años en jineteadas de todo el país obtuvo premios en Necochea, Lobería, Santamarina, Benito Juárez, Cura Brochero (Córdoba), Sarmiento (Chubut), El Calafate, Rauch y en Villa Angela (Chaco).
Mientras tanto, tímidamente, Ariel decidió esforzarse para domar sus propios dedos y aprender a tocar la guitarra con la intención de convertirse en payador.
En la punta de los dedos
“En mi familia no había músicos, nadie cantaba, pero a mí desde chico me gustó aprender versos criollos”, explicó Pascualetti, que en la actualidad tiene 44 años y dos hijos adolescentes.
Aún recuerda que los primeros versos que aprendió eran de Luis Domingo Berhó, el más grande poeta del campo bonaerense, nacido muy cerca de Necochea, en los pagos de Lobería.
Pero no fue hasta que tuvo más de 20 años que Ariel se propuso dar algún paso más en dirección a la poética gauchesca y decidió aprender a tocar la guitarra.
Tomó las primeras lecciones con Marcelo Grau en Juan N. Fernández y luego comenzó a viajar a Necochea para tomar clases con el payador uruguayo Carlos López Terra, que estaba radicado aquí.
“Ahí fue donde me empecé a largar”, dijo Ariel, que ya en 2005, con 29 años, se sintió lo suficientemente seguro para subir al escenario y payar con amigos en algunas jineteadas.
Luego, con Claudio Iglesias, de Claraz, salieron a hacer algunas presentaciones en contrapunto y tuvieron oportunidad de presentar en radios de Azul y Tandil.
Ya lanzado, Ariel participó en certámenes de Olavarría y tuvo oportunidad de actuar en su doble rol de jinete y payador en dos ocasiones en Villa Ángela, en la provincia de Chaco.
En 2015 grabó un CD: “Jinete y payador”, que tiene cuatro canciones propias y que se difunde en programas de música folclórica de la región.
Pascualetti, que también tomó clases con Gustavo Ibarroule, lamenta no haber tenido todavía la posibilidad de conseguir continuidad como payador.
Él sabía que su carrera de jinete se terminaría y cree que la mejor manera de seguir vinculado al mundo de las jineteadas, que es el que más le gusta, la guitarra y la improvisación pueden ser el camino.
“Improvisar es una práctica, un ejercicio. Creo que en ese sentido haber sido jinete durante tanto tiempo es un punto a favor”, afirmó.
Ariel recuerda como una de sus mayores satisfacciones como payador el haber tenido oportunidad de “improvisar con los número uno: Martita Suint y José Cubelo”.
Ya alejado de las jineteadas y cuarentena mediante, Pascualetti ha perdido el contacto con el mundo de las jineteadas que tanto le gusta. En el futuro tal vez haya un disco con temas propios y un sueño: alcanzar como payador el mismo o mayor reconocimiento que como jinete.///