Bullying, violencia y falta de contención: el desafío de ser niño en tiempos de sobreestimulación
Golpes, burlas, discriminación y exclusión son parte del día a día en las escuelas, mientras muchos niños lidian con problemas familiares y la exposición constante a las pantallas. La falta de paciencia, la intolerancia al fracaso y la ausencia de contención emocional generan un caldo de cultivo para la violencia infantil.
Por Ian Larsen - Redacción
Empujones en el recreo, golpes a la salida, burlas despiadadas por el aspecto físico, la ropa o simplemente por ser “diferente”. La violencia entre niños y adolescentes parece haberse naturalizado en las aulas y patios escolares, tanto en escuelas públicas como privadas. Pero detrás de cada episodio de bullying hay mucho más que agresiones esporádicas: hay una sociedad que les exige a los chicos adaptarse a un ritmo de vida frenético, donde el aburrimiento no es tolerado y la paciencia es un recurso escaso.
Según datos de la Oficina de Violencia Doméstica (OVD) de la Corte Suprema de Justicia de la Nación, solo en la Ciudad de Buenos Aires, 5.391 niños, niñas y adolescentes fueron evaluados en 2023 por estar inmersos en situaciones de violencia doméstica. La cifra es alarmante: 15 casos por día. El 80% de las agresiones provenía de sus propios padres, y en la mayoría de las denuncias se constató maltrato psicológico o emocional. En el 34% de los casos hubo violencia física y en el 9%, abuso sexual.
Pero la violencia no termina en el hogar. Las escuelas, tradicionalmente vistas como espacios de socialización y contención, están atravesadas por episodios cotidianos de acoso, discriminación y agresiones. Así lo revela el informe “Desafíos de convivencia en la escuela primaria” de Argentinos por la Educación: seis de cada diez alumnos de sexto grado afirmaron haber sufrido algún tipo de agresión de parte de sus compañeros. El 36% se sintió discriminado y más de la mitad (56%) manifestó haberse sentido excluido al menos una vez.
Las razones de la discriminación son variadas: el aspecto físico, los gustos personales, la orientación sexual o la identidad de género. Y aunque el 99% de los niños asegura tener amigos, la convivencia escolar sigue siendo una experiencia desigual, atravesada por episodios de exclusión, agresiones verbales y físicas, y un creciente fenómeno de ciberbullying.
Pantallas, sobreestimulación y la cultura del “todo ya”
Más allá de los datos, psicólogos y especialistas en neurodesarrollo advierten sobre un fenómeno que agrava la situación: la sobreexposición a pantallas y la estimulación desmedida a edades cada vez más tempranas. “Estamos hablando de un cerebro en desarrollo que recibe, a través de las pantallas, una sobreestimulación visual y auditiva antes de que exista la madurez suficiente para comprender qué está ocurriendo”, señalan los expertos.
/https://ecosdiarioscdn.eleco.com.ar/media/2025/08/pantallas.jpg)
La consecuencia es directa: niños irritables, con baja tolerancia a la frustración y escasa paciencia. Lo que ocurre en la pantalla es tan atractivo que el mundo real les resulta aburrido. Y cuando ese aburrimiento aparece, los chicos se frustran y reaccionan con impulsividad, sin contar con las herramientas necesarias para gestionar sus emociones.
El problema se agrava cuando la relación con los adultos también se fragmenta por el uso excesivo de dispositivos móviles. “Lo vemos en los parques, en el transporte público: padres absortos en sus celulares mientras los niños buscan esa atención sostenida que es fundamental para desarrollar conexiones cerebrales sanas”, advierten los especialistas.
Niños que no saben perder
La falta de tolerancia a la frustración es otro de los grandes desafíos. Antes de los dos años es normal que los niños reaccionen con rabietas frente a la demora en satisfacer sus necesidades básicas. Sin embargo, a partir de los tres años, deberían comenzar a aprender que el mundo no gira en torno a sus deseos inmediatos. Pero la sobreprotección y la permisividad están impidiendo ese aprendizaje.
“Son niños que no aceptan un 'no', que viven en blanco o negro. Se frustran fácilmente, reaccionan de manera impulsiva y no toleran la espera”, explican desde el Centro de Desarrollo Infantil (Cedsi). Esta falta de herramientas emocionales no solo afecta su presente, sino que limita su capacidad para resolver conflictos en el futuro.
Frente a estas señales de alarma, los psicólogos insisten en la importancia de que las familias busquen orientación profesional. Enseñarles a los niños a tolerar la frustración, a perseverar y a aceptar que no siempre se puede ganar es clave para su estabilidad emocional. “Dar ejemplo, no ceder ante sus amenazas y transmitir el valor del esfuerzo son pautas básicas que deben reforzarse desde casa”, señalan.
/https://ecosdiarioscdn.eleco.com.ar/media/2025/08/tolerancia_a_la_frustracion.jpeg)
Respuestas fragmentadas
En las escuelas, las intervenciones frente a casos de bullying y violencia suelen ser reactivas y tradicionales: se llama a los padres, se citan a los involucrados y se intenta mediar. Sin embargo, los especialistas en convivencia escolar advierten que esas respuestas son fragmentadas y no abordan las causas profundas de los conflictos. “Hay margen para mejorar, especialmente a través de enfoques integrales y preventivos que involucren a docentes, estudiantes y familias”, destaca Mercedes Sidders, coautora del informe de Argentinos por la Educación.
El desafío es claro: si no se trabajan de manera conjunta los factores emocionales, familiares y sociales que están detrás de estos comportamientos violentos, las cifras seguirán creciendo. Y serán más los niños que, en lugar de encontrar en la escuela un espacio de aprendizaje y contención, hallarán un nuevo escenario de maltrato y exclusión.
Para comentar, debés estar registradoPor favor, iniciá sesión