“Amamos como nos enseñaron”
Creencias, mandaros y vínculos desde la mirada biodescodificadora
“Desarmar el cuentito que nos contamos todos los días”. Así definió Betiana López, terapeuta en biodescodificación transgeneracional, el eje central de su acompañamiento terapéutico. No se trata de magia ni de energías: es una indagación profunda, incómoda por momentos, en busca de las emociones ocultas que se quedaron sin resolver, muchas veces desde la infancia o incluso antes de nacer, heredadas de generaciones pasadas.
Invitada a participar del segmento de bienestar en “Desde Temprano”, que lleva adelante la periodista Rocío Magalí Sánchez, por Ecos Radio, compartió en qué consiste esta herramienta que cada vez despierta más interés. “Es una terapia que busca emociones ocultas que por ahí tuviste en la infancia y ni registraste, pero que en tu vida adulta te generan trabas, repeticiones, mandatos”, explicó. Y agregó: “No es lo mismo que una constelación ni que los registros akáshicos. Indaga desde el árbol genealógico, con ayuda del consultante, para liberar esas emociones no gestionadas”.
Una sesión de biodescodificación se parece al inicio a una conversación terapéutica tradicional, pero va más allá. “No trabajo con lo que me cuenta el consultante. Trabajo con lo que no dice”, aclaró Betiana. A través de preguntas, gestos, fechas claves y datos del árbol familiar, se va trazando un mapa emocional. “Usamos una pizarra, porque cuando el consultante ve todo plasmado —fechas, nombres, síntomas— dice ¿yo tenía todo ese lío?, relató.
Los temas más frecuentes
Los temas más frecuentes en consulta, según su experiencia, son el amor y el dinero. “Son dos temas que se repiten mucho y que tienen raíz en creencias limitantes y mandatos familiares. Lo que escuchaste entre los 0 y los 7 años te marca para toda la vida”, dijo. Y añadió que muchas veces buscamos relaciones desde el control, como una forma de calmar la ansiedad: “Amamos como nos enseñaron, y a veces nos enseñaron que en nombre del amor se pueden hacer cosas atroces”.
La ansiedad y los ataques de pánico, sobre todo luego de la pandemia, son otras de las problemáticas que aparecen. “Los síntomas son muy distintos en cada persona. Lo que buscamos es qué pasó justo antes del episodio, aunque el consultante diga que no pasó nada. Capaz leyó una noticia, vio un perro y eso lo llevó inconscientemente a una memoria de infancia que lo desestabilizó”.
Según explicó, no hay una cantidad fija de sesiones, ya que todo depende del conflicto que se trabaje y de la apertura del consultante. Algunas personas llegan con un motivo claro y, en el proceso, aparecen otros temas. Otras, simplemente se sienten mal y no saben por qué. “Ahí empieza lo más profundo”, aseguró.
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