A 126 años del nacimiento de José Squadrone
Nació el 21 de noviembre de 1898 en la localidad santafesina de Alcorta. Llegó a Necochea en 1931. Desarrolló un importante rol de difusor de la ciencia bromatológica
JUAN JOSE FLORES
Redacción
En unos días se cumplirán 126 años de uno de los habitantes más recordados que tuvo la ciudad: José Squadrone. Nació en Alcorta, provincia de Santa Fe, el 21 de noviembre de 1898. En 1931, hace 90 años, se radicó en nuestra ciudad.
Aún hoy el Museo de Ciencias Naturales conserva 1.000 piezas pertenecientes a la colección del Museo Bromatológico “General Necochea”, que Squadrone creó en 1942. Además de figuras de yeso se conservan algunos de sus cuadros y también copias de las actas de visitas del antiguo museo.
Squadrone llegó a Necochea cuando ya tenía 33 años. Pasó su infancia en Rufino y cursó sus estudios primarios y secundarios en Buenos Aires.
Obtuvo el título de doctor en veterinaria en la Universidad de La Plata.
De sus años estudiantiles surgió una amistad con el también desaparecido doctor José García Landera, que motivó la radicación de Squadrone en nuestra ciudad.
Aquí desarrolló sus actividades profesionales, siendo designado médico veterinario municipal y ocupando en su trayectoria diversos cargos, desde los cuales sirvió a los intereses públicos con la honradez y eficacia que han hecho respetable su nombre y su memoria.
Además, participó en diversos proyectos nunca concretados, como el acuario marítimo y el zoológico de animales de la zona.
En 1941 integró la comisión de la Agrupación de Artistas “Orientación”, que formó la vieja Academia Municipal de Bellas Artes, donde ocupó distintos cargos.
En 1942 creó el Museo Bromatológico “General Necochea”.
Un artista olvidado
Tenía la sensibilidad y la fantasía de un artista, controladas con el rigor de un científico. Pero debieron pasar dos décadas de su fallecimiento para que la ciudad lo reconociera ciudadano ilustre.
En 1995 los vecinos se escandalizaron al enterarse de que iban a ser destinados al osario del Cementerio Municipal los restos de Squadrone, el hombre que le dio a Necochea un museo bromatológico que fue el primero de su tipo en América del Sur.
De urgencia, intentado enmendar el olvido, el Concejo Deliberante lanzó una ordenanza mediante la cual declaró al doctor Squadrone ciudadano ilustre –post mortem- en reconocimiento de su “valorable obra para con la comunidad” y se hizo cargo del pago de la sepultura.
La ordenanza también establecía la restauración del Museo Bromatológico, que al igual que su creador, se encontraba totalmente en el olvido.
Un maestro
“Todas las muestras eran en yeso, no había nada en natural, para no impresionar y que no fuera difícil de conservar”, manifestó hace unos años el recordado historiador Egisto Ratti.
Squadrone “tomaba un pollo, lo pelaba, lo abría y lo mostraba cómo era cuando estaba en condiciones de comer, infectado con tal enfermedad o pasado de tiempo en la heladera”, añadió Ratti.
“Los trabajos presentados eran maravillosos, incluso dicen que era el mejor museo bromatológico de América del Sur. Venían estudiantes aún de Perú y de Chile a estudiar bromatología”, explicó Ratti a Ecos Diarios en 1995.
Este museo había surgido en 1942, cuando el médico veterinario José Squadrone, con el propósito de enseñar a la comunidad a alimentarse y a equilibrar su dieta, comenzó a preparar una muestra bromatológica.
Su objetivo era enseñarle a la gente a seleccionar los alimentos, a descubrir fraudes y adulteraciones en los productos alimenticias para evitar enfermedades microbianas y parasitarias.
Además de las ciencias veterinarias, Squadrone dominaba técnicas de las artes plásticas, ya que era un apasionado de éstas. Por eso no le resultó difícil moldear y colorear piezas de yeso hasta darles la apariencia de reales.
El “hobby” de Squadrone se transformó rápidamente en museo y comenzó a recorrer nuestras provincias y el país como una muestra itinerante.
Tiempo después la Municipalidad colaboró con su tarea y apoyó la creación del Museo Bromatológico, que con posterioridad fue provincializado y pasó a depender del Ministerio de Salud Pública.
Piezas perdidas
El 20 de junio de 1974, habiendo fallecido Squadrone, el museo fue transferido a la Municipalidad, que lo designó con su hombre. En exhibición permanente existían 3.500 piezas de yeso, moldeadas y coloreadas.
En 1977, el museo debió desocupar el edificio en el que funcionaba para la iniciación de los trabajos del Centro Cívico.
A partir de allí se iniciaría un largo peregrinaje que terminaría recién el 6 de diciembre de 1983, cuando obtuvo su propio edificio en el complejo museológico del Parque Miguel Lillo.
Pero, lamentablemente, entre tantas idas y vueltas, gran parte del material que el mismo Squadrone había elaborado con sus propias manos, se perdió, rompió o deterioró.///
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